¿Aún sientes cosas por ella?

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Sarah se había levantado al día siguiente de muy mal humor, el recuerdo del primer casi beso con Fernanda, no la dejó dormir en toda la noche

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Sarah se había levantado al día siguiente de muy mal humor, el recuerdo del primer casi beso con Fernanda, no la dejó dormir en toda la noche. Es más, desde que la chica había regresado a su vida, las cosas se habían alterado un poco, se dedicaba a trabajar, pero no se concentraba, pasaba tiempo con su pequeña, pero por momentos sus pensamientos comenzaban a divagar y las ganas de hablar sobre lo que le pasaba eran nulas, se estaba ahogando sola en el mar de sus pensamientos. Ese lunes, al fin se había atrevido a pisar el kínder de Cielo a primera hora del día, por mucho que no le agradara la idea de estar cerca de Fernanda y que había estado aplazando el momento, dio su palabra de decorar la estúpida aula y debía cumplirlo.

-Hola, miss Fer. Mi mami vino conmigo hoy.- dijo Cielo entrando al salón detrás de otros niños, Fernanda al escucharla levantó la mirada rápidamente. Topándose con los ojos de la otra chica, Sarah se dio cuenta que seguían siendo igual de hermosos y cautivadores, aunque hayan pasado los años.

Sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos.

-Hola, Cielo. -dijo acariciando su cabello. -Sarah, ¿Cómo estás?

Le señaló la caja que tenía entre sus manos. -No tengo mucho tiempo, miss Fernanda. -mentía, había pedido trabajar desde casa ese día, estaba mentalmente cansada y dudaba llegar con las energías bien puestas a trabajar luego de un par de horas cerca de la persona que la tenía claramente alterada de los nervios.

Cielo como toda niña la observó con el ceño fruncido y la desmintió. -Mami, pero si le dijiste a tu jefa que hoy no irías.

Las mejillas se le tiñeron de rojo y recordó todas las veces que le dijo a la niña que mentir era malo.

-No he dicho que vaya a estar ocupada por el trabajo, Cielo. -dijo entre dientes, molesta y avergonzada. -Ahora ve a sentarte, mi amor.

Fernanda reprimió una sonrisa y tomó la caja de sus manos. -Ven, Sarah, acá puedes poner las cosas y acomodarte. -iba a hacer un comentario sobre su mentira poco eficaz, pero prefirió ignorarlo.

La chica comenzó a sacar las guirnaldas naranjas de la caja y Fernanda comenzó a dar la clase luego de dejarla sola en sus quehaceres.

Escuchar a la profesora, le trajo un sinnúmero de recuerdos a la mente, esa voz que ponía cuando iba a hablar hacia un grupo y quería que le prestaran atención, la paciencia que empleaba-porque vaya que con ella si había demostrado paciencia en clases-el como se agarraba el cabello cuando se acercaba al escritorio a buscar un marcador, su manera de caminar de un lado a otro. La nostalgia la invadió por completo al recordar la primera vez que se encontraron y que la había llamado ¨bruja¨ sin saber que estaba escuchando, se rio para sus adentros, la Sarah del pasado era realmente ignorante de todo lo que aun tenia que vivir y lo que tenía que pasar para lograr la madurez necesaria.

-¿Necesitas ayuda?-la voz de Fernanda detrás de ella la hizo tambalear en la silla que había sido de soporte para llegar a lo mas alto de la pared. - ¡Sarah! Cuidado. -dijo agarrándola casi en el aire y con la mano en la cintura evitar que caiga.

Ramé ©Where stories live. Discover now