Capítulo 35: Más vodka

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PHIL 

Aproximadamente 1h después de la desaparición de Erica

—¡Gilipollas! 

La chica con la que acababa de estar recoge sus cosas lo más rápido que puede. Se viste mientras me suelta algún insulto más y me dirige auténticas miradas de odio. 

Sube las escaleras que llevan al pub tan rápido que se tropieza un par de veces. En ocasiones usaba el sótano del bar para tener intimidad. 

La oía maldecir a lo lejos, ni siquiera sabía qué cojones estaba diciendo, pero tampoco me importaba. 

Subo yo también mientras me ponía la camiseta, pero sin prisas, con un poco de suerte la chica ya no estaría ahí. 

Para mi sorpresa, quien estaba en mi bar era una Erica bastante confundida con la escena que acababa de presentar. 

Se escucha un portazo y Erica se gira hacia el sonido para volverme a mirar y dedicarme una sonrisa pícara. 

«No es lo que parece». Es lo que quería decir pero no tenía sentido ¿A quién trato de engañar? Hemos pasado un rato juntos y al decirle que no quería nada más se ha enfadado y se ha largado. 

Miro a Erica sin saber qué decir, mi elocuencia no me iba a salvar esta vez. Me había pillado de pleno, aunque tampoco le tenía que dar explicaciones, ella había elegido al chico bueno en vez de a mí. 

Al no decir nada, Erica levanta las manos en un gesto conciliador y dice: 

—No pasa nada, no me tienes que dar explicaciones —suelta una sonrisa para quitar hierro al asunto, aunque no le sale muy bien. 

Suspiro mentalmente ¡qué bonita es! Hoy no iba muy arreglada, tenía el pelo revuelto y tampoco se había maquillado: tenía la nariz y las mejillas algo rojas, pero me parecía preciosa. 

Llevaba unos vaqueros rotos y una chaqueta sport negra, que obviamente no era suya, le quedaba muy grande ¿sería de él? Sentí una punzada en el pecho.  

Se me escapa una sonrisa triste y pienso en que si me hubiera elegido a mí no haría estas cosas. Con ella quería ser "el chico perfecto", ese prototipo que tanto odio…. 

Finalmente se sienta en el taburete que estaba frente a mí y le pregunto:

—¿Qué te puedo ofrecer? 

—Dos chupitos. 

—No es necesario que me emborraches para aprovecharte de mí —le lancé una sonrisa traviesa.

Me arrepiento al instante ¿Qué mierda me pasa? Ha elegido al otro tipo y encima acaba de ver cómo una chica furiosa salía del Aurora. No hay ninguna posibilidad y sigo sin poder verla de otra forma. 

No tengo orgullo si se trata de ti: utilízame, hazme lo que quieras, rómpeme. Quiero ser tuyo. 

Siento asco por mi propia manera de pensar pero joder, daría todo por tenerla entre mis brazos, desnuda y en mi cama, al ser posible. 

— Son para mí, pero sírvete lo que quieras, yo invito —dice dejando una tarjeta de crédito sobre la barra.

Me extraña su comportamiento, pero no dije nada, después de todo, esto es un bar y aquí la gente viene a beber. 

Cumplo su orden, saco dos vasos de chupito y los lleno con la bebida que hice para su fiesta. 

Ella mira el vaso estupefacta. Sus ojos se vuelven vidriosos y su mirada es algo nostálgica. 

—¿No te gusta? —Mi voz sonó más apática de lo que me hubiera gustado. 

Niega con la cabeza y se los bebe de golpe. Cerró los ojos mientras tragaba su contenido, quizá por el potente sabor del alcohol. Tras unos segundos, los abrió de nuevo y pregunta: 

Duskwood: Rainbow case.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon