Capítulo 13: Pequeños cambios

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Cuando me senté en el coche tras salir de la casa de Phil, suspiré agarrando el volante y apoyé mi cabeza en él. Seguro que todo Duskwood se ha enterado de que he pasado la noche en su casa. No estaba arrepentida por lo que pasó, necesitaba hablar con alguien y Jessy no estaba, así que eso hice, pero no me apetecía que todos le dieran la razón a Hannah.

Estaba hecha un asco pero, sinceramente, no me importaba. A pesar de tener el vestido arrugado y el pelo enmarañado, todo me daba igual, sentía que un nuevo capítulo se abría en mi vida y, por primera vez en mucho tiempo, me sentía feliz ¿Era raro? Quizá sí. Mi reputación y mi grupo de amigos pendían de un hilo pero, por una extraña razón, por algo que todavía no comprendía, me sentía bien.

Conducía el coche con la música a todo volumen, aunque el reproductor era una auténtica castaña, me dirigía a una localidad a cincuenta kilómetros de Duskwood que sabía que tenía centro comercial. Tenía la suerte de mi lado, ya que a pesar de ser domingo, estaba abierto, cosa que me iba muy bien para comprar un nuevo teléfono.

Bajé del coche y entré en aquella construcción monstruosamente grande con la idea de entrar directamente en una tienda de tecnología pero un salón de belleza llamó mi atención. Me paré de golpe, media sonrisa se dibujó en mi cara y diciendo <<a la mierda>> bien alto cambié mi ruta, no me importaba lo que pensaran de mí la gente que estaba a mi alrededor.

-¿En qué puedo ayudarle?

-Me apetece un cambio de look -tomé unos mechones de mi cabello y los miré con un poco de disgusto.

-¿Alguna idea? -Negué con la cabeza y la peluquera sonrió-. Si quiere lo puede dejar en mis manos.

Asentí con una sonrisa y pasé al lavacabezas. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí relajada, sin ninguna preocupación que me atormentara: ni Hannah ni Jake se cruzaron por mi mente. Creo que podría decir que me sentía liberada de una carga muy pesada.

No sé cuánto tiempo estuve en aquel salón y me daba igual, mi única preocupación en ese momento era que no me cerraran la tienda de tecnología. Tampoco me importaba cómo iba a quedar mi pelo, así que estuve todo el tiempo con los ojos cerrados, ya que quería sorprenderme.

-Creo que ya está -dijo la peluquera quitándome la bata negra, se veía muy feliz con el resultado.

Entonces me vi en el espejo y me costó un poco entender que aquella chica del reflejo era yo. Me cortó el pelo un poco más arriba de los hombros y ya era un gran cambio para mí, ya que durante años siempre lo llevaba muy largo, demasiado incluso. Pero el cambio no fue sólo eso, me había decolorado algunos mechones, cosa que quedaba genial con las ondas imperfectas (pero a su vez perfectas) que me había hecho. La verdad es que no podía creerlo y tampoco, podía parar de sonreír mientras tocaba mi nuevo corte de pelo.

-Eres una artista -la peluquera agradeció satisfecha.

Después de pagar y de dejar una buena propina, salí del salón de belleza dispuesta a comerme el mundo.

Al rato estaba tomando un delicioso helado de frambuesa en una cafetería del centro comercial y estaba algo distraída toqueteando mi nuevo teléfono móvil. Agregué a Jessy, daba gracias a dios por saberme su número, ya que no recordaba casi ninguno. Le mandé un mensaje de disculpa diciéndole que éste era mi nuevo número.

Creo que únicamente sabía el teléfono de Jessy y el de mi antigua casa, cuando mi madre aún estaba viva. A veces me daba curiosidad por llamar y ver a quién le habían dado nuestro antiguo número pero nunca lo hice, sería terriblemente raro y problemático.

También me descargué Instagram donde tenía un montón de mensajes de los chicos, pero no me atrevía a leerlos. Busqué el perfil de Liam y me atreví a ponerle un mensaje diciéndole que acababa de comprar su fotolibro en una librería y que, ya que salía en la portada, me lo tenía que firmar. No obstante, no lo abrí todavía porque me apetecía estar en un lugar agradable mientras observaba su arte.

Duskwood: Rainbow case.Where stories live. Discover now