—Muchas gracias —asiente—. Qué suerte tenerte de amiga —se dirige a mí con una sonrisa, la cual yo respondo con pocas ganas.

Un trabajador del señor Kuesel interrumpe el largo momento cuando llega con las llaves de una enorme Range Rover negra completa, la deja estacionada frente al edificio y supongo que en esa me llevará Richard de regreso al piso de Luca.

«Luca»

Vuelve a mi mente y deseo llegar tan rápido como sea posible al piso para cargar el móvil y explicarle lo que ha pasado. Ya es hora de decirle que mi ex está en la ciudad, que lo había visto y que, encima, ahora está buscando trabajar en la empresa de su padre. Santiago se despide en la oficina y sube a un Camaro deportivo, imagino que lo ha alquilado para su estadía en Barcelona.

Mientras Richard conduce de camino a la playa; donde se encuentra el inmenso edificio en el que Luca tiene su piso, yo voy mirando la ciudad y por momentos contesto con monosílabos a las preguntas de mi suegro. No es incómodo, pero yo voy rara y sin muchas ganas de hablar. Me despido de él agradeciéndole el viaje y entro tan rápido como pudo al ascensor.

Cargo el móvil.

Primera llamada: no contesta.

Intento con otra más a los cinco minutos: tampoco contesta.

Intento unas tres veces más, pero el móvil de Luca solo suena y no contesta, hasta que en la última llamada me marca como fuera de línea. Ok, de seguro, está molesto. No voy a insistir tantas veces, tal vez por la tarde logro comunicarme con él y hablaremos de lo que pasó cuando estuvimos en la llamada esa mañana.

Aprovecho el resto del día para hacer un FaceTime corto con mis padres, que solo logro hablar con papá, ya que mi madre no está, me parece extraño. Papá me impulsa más a que busque algo que realmente me llene y me haga feliz, alguna carrera o lo que yo quisiera. Entonces, después de cortar la llamada, me propongo a dejar un correo a la que iba a ser mi universidad de medicina en Estados Unidos. Informo que me doy de baja de la carrera y hago la petición de todos mis archivos para poder postular a otras universidades ahora en Barcelona.

El resto del día decido quedarme sola en el piso, caliento un plato de pastas que había comprado y luego me tiro al sillón. Como ya me quedan las últimas páginas del libro que estoy leyendo, me entran ganas de hacer una reseña en mi nuevo perfil de Instagram dedicado a los libros. Voy bastante bien con eso, aunque no tengo tantos seguidores, los poco que sí tengo, interactúan bastante con mi contenido. Así que hago algunas fotos, subo stories y escribo mi extensa reseña, porque como siempre, me voy por las ramas y menciono hasta el más mínimo detalle de mi lectura, me gusta tocar todos los puntos.

Entre libros y las suaves almohadas que hay en el precioso sillón con vista al mar, quedo profundamente dormida después de ver el mágico ocaso que tiene destellos de color naranja y rosado. La puesta al sol que se ve desde la sala del piso de Luca me relaja a tal punto de caer rendida en un sueño.

El hermoso amanecer sale por el lado contrario a la sala del apartamento, y unas campanillas suenan en mi mente. Me estiro en el sillón intentando apagar aquel molesto sonido hasta que noto que no estoy viendo el amanecer y no son campanillas lo que escucho. Es el timbre, así que despierto algo perdida y asustada. Me froto los ojos con las manos y lentamente me pongo de pie.

Otra vez el sonido del timbre.

Paso corriendo al lavamanos del baño a refrescarme el rostro y poder lavarme los dientes, ya que tengo que atender a alguien que está al otro lado de la puerta. No espero a nadie y para el regreso de Luca aún quedan dos días y en el caso de que sea él, tiene sus propias llaves, no tocaría el timbre.

Por Primera Vez ©Where stories live. Discover now