Capitulo 38

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Después de que Kara les contara algunas de las maldades de los Ardeen, todos estaban molestos. La familia Luthor Zor-El estaban abiertos a la idea de que si Kara quiere traerla, todos la apoyarían.

- Yo puedo encargarme de los Ardeen.- Ofreció Lex.

- No, tú no te metas, no quiero que te la pases en la cárcel cuando nazca tu sobrina.- Le dijo Kara a su cuñado quien volteó los ojos.- Y Luis se enojará contigo.

- Juegas sucio cuando me mencionas a mis sobrinos y a mi hijo, super tonta.- Respondió Lex recibiendo una mirada de reproche de su esposa.

- Créeme que tengo ganas de golpearlos.- Decía Kara con mucha rabia aún acumulada.

- Oh, cariño. Tú no debes golpear a tus mayores.- Decía Astra interrumpiendo.- Pero yo sí.

- ¡Astra!- Le regañó Alura.

- Tú cállate. Nadie se mete con nuestra familia. Elizabeth tiene nuestro apoyo.

- Pero no se soluciona nada con agresión física.- Respondió Alura y empezaron a discutir.

- Hija, puedo ayudarte en conseguir un reemplazo para que te cubran en el trabajo, necesitas menos carga posible.- Dijo su padre dedicándole una cálida sonrisa y un gesto de apoyo.

- Muchas gracias, papá. Lo aprecio mucho.

- Lionel y yo vamos a contratar a los mejores abogados del país si Imra y tú llegan a un acuerdo respecto a los señores Ardeen.- Decía Lillian junto a su esposo mirando a una rubia conmovida por como todos estaban de su lado.

- Gracias.- Le dedicó una tímida sonrisa a ambos.- Hay mucho que debemos debatir.- Suspiró exhausta.

- Mi amor.- Lena llamó su atención poniendo una mano sobre su hombro.

- ¿Qué pasa, Len?- Preguntó la rubia con una voz cansada pero con cariño.

- Ve a dormir, necesitas descansar más.- Dijo acariciando su mejilla.

A pesar de que aún estaba dolida con la ojiverde, la necesitaba, la extrañaba mucho. Y lo haría más ya que tenía pensado en estar casi el cien por ciento para Elizabeth, así que bajó su barrera y se dejó atender por su esposa.

- ¿Me acompañas?- Le preguntó la rubia sorprendiendo a Lena quien asintió con una cálida sonrisa.

- Sí, mi amor. Vamos.

La rubia se despidió de todos quienes aún quedaron hablando en la gran sala mientras que la pareja fue a su respectiva habitación donde al cerrar la puerta, Lena empezó a desabrochar la camisa de su mujer con delicadeza, a la vez que le daba suaves besos en su mejilla.

Kara suspiró ante los mimos de su esposa y se dejó llevar por la sensación de tenerla cerca, de respirar ese aroma que tanto había extrañado. Una vez que su camisa estaba desabrochada las suaves manos de la ojiverde recorrieron desde el cuello de la rubia, bajando lentamente hacia sus hombros, a sus brazos que a la ojiverde le encantaba sentirlos.

Lena extrañó tanto a su mujer, y algo en su interior le decía que aprovechara la cercanía, demostrando con gestos que la amaba, que la necesitaba, que la extrañaba. Y ver que la rubia mantenía los ojos cerrados mientras la acariciaba, significaba mucho. Así que se permitió acercarse más para posar sus manos en su torso semidesnudo y con las yemas de sus dedos recorrer toda esa zona. Podía notar la pesada respiración de la rubia que posó sus manos a los costados de la cintura de la ojiverde.

Kara se dejaba llevar por el tacto delicado que recibía, le ayudaba en no pensar en otra cosa que en la cercanía y las caricias de su hermosa esposa. Su piel se había erizado cuando la ojiverde empezó a repartir sutiles besos en su quijada y luego a su cuello. La camisa fue cayendo al suelo mientras que Lena se encargaba de quitarle el sostén y así dejarla sin nada de ropa en la parte superior.

Contra Llamas 2ª ParteWhere stories live. Discover now