64. Hombres de traje

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Narra Lheyra:

Salir de la casa fue más fácil de lo que imaginé, pero no imaginé que estaría rodeada de autos, y gente con traje.

Los trajeados me dan mala espina.

—¿Puedes hacer silencio?—Chisto hacia Kus, que sigue comiendo de forma ruidosa.

Ambos permanecemos a tan solo metros de la casa, detrás de un auto, mientras vemos la extraña reunión en el centro de los autos.

—Los señores Skillek, ya bajan—Informa el anciano, que sino mal recuerdo es Hons.

No alcanzo a ver bien a las personas, pero puedo distinguir cuarta figuras paradas al frente, como líderes. Aunque bueno, está claro que dos de ellos son los que controlan a los estantes.

Y detrás, una larga fila de hombres que seguro sean seguridad.

—Dile a mis hijos que no tengo toda la noche—Demanda una voz que inmediatamente reconozco.

—¿Ese es el padre de los Skillek? Pensé que era más viejo—Dice en un tono decepcionado Kus, ruedo los ojos, volviendo mi atención a los extraños.

Anderson Skillek, palmea el hombro de Hons que rápidamente vuelve a entrar a la casa.

Linda noche para escapar, Lheyra ¿no podrías haber elegido otro día?

Como si tuviera una bola de cristal.

No, lo que tú tienes es una suerte increíblemente inútil.

—¿Quieres helado?—Ofrece en un susurro Kus, acomodándose sentado en el pasto.

Lo ignoro cuando la puerta se abre, y por ella pasan los tres hermanos, sus rostros serios solo hace que su aura se vuelva más intimidante.

Intento asomarme más, para ver a los otros tres hombres, pero uno de ellos está completamente cubierto, con gabardina y una tela que solo permite ver sus ojos.

Caigo de espalda cuando logro divisar unas rastras, y unos brazos morenos; Henrry.

¿Qué mierda hace él acá?

Quizás esa sea tu respuesta para que él aún siga vivo.

—¿Ya está listo el pedido?—El hombre al lado de Anderson habla, su voz es escalofriante, y aunque no logro ver su rostro, me suena familiar.

Lo conozco...Pero ¿de dónde?

—No, necesitamos tiempo—Habla Matthyw con un tono serio, y firme.

—¿Tiempo?—El hombre suelta una carcajada amarga, echando su cabeza hacia atrás, y una cicatriz asoma debajo de la banda que cubre su rostro. Una cicatriz que surca por sobre el tabique de su nariz atravesando su ceja—Ya han tenido demasiado tiempo—Su risa para de repente.

—Una semana—Intenta negociar el castaño, pero el hombre niega duramente.

—Jacobo se encargará de los que ustedes, par de inútiles, no han hecho en todo este tiempo.

—¡No tenemos la información suficiente para encontrarla!—Protesta Matthyw, perdiendo su paciencia.

—Niñato, no vuelvas a gritarle—Su padre da un paso al frente, defendiendo al hombre de la cicatriz.

Veo como Matthyw tensa la mandíbula, pero no dice nada al respecto, menos cuando Nizaw le pone una mano en el hombro, dándole un breve asentimiento.

No estoy loca, estos tipos se comunican con la mirada.

—Esta interesante el chisme—Comenta Kus, apoyándose en la rueda del auto.

—¡Es una maldita niña! No puede esconderse lejos—Grita el hombre de la cicatriz.

—¡No sabe ni su nombre! ¿Como quiere que la encontremos?—Rebate Matthyw.

—¡Bastardos inútiles!—El hombre se acerca, pero antes de que llegue a mayores el de la gabardina lo detiene.

—Señor—Se acerca y le susurra algo al oído que parece hacerlo enfurecer más.

Le dedica una mirada llena de ira al señor Skillek, para luego voltear, siendo seguido por Henrry, el de la gabardina y la mayoría de los hombres.

—¿En qué peli se habrán inspirado?—Murmura Kus para si mismo, mientras lleva la cuchara cargada de helado a su boca.

En una dónde todos terminan muertos.

Gracias por el consuelo, Conciencia.

—¡Consigan a esa mocosa ya!—Sisea entre dientes Anderson, una vez que el hombre de la cicatriz se marcha en su auto—O saben lo que pasará.

Y sin decir nada más gira sobre sus talones llevándose a los pocos hombres que quedaban consigo.

Arrastro a Kus lejos del auto, cuando veo que vienen a subirse al vehículo, y nos escondemos detrás de unos árboles en la oscuridad de la noche.

Ninguno de los hermanos dice nada, pero los tres parecen pensar lo mismo, sus puños apretados, sus mandíbulas tensas, y las venas de sus cuellos marcadas. Ninguno está tranquilo.

—Debemos irnos—Le murmuro a Kus teniendo un mal presentimiento.

—¿A dónde?

No alcanzo a responder cuando Hons sale corriendo de la casa, su respiración agitada llama la atención de los hermanos que inmediatamente lo miran.

—Señores...—Se apoya sobre sus rodillas recuperando el aliento—La señorita Dwens, no está...

—Maldita sea—Oigo maldecir a Nizaw.

Matthyw frota su tabique, como si buscará paciencia, mientras que Lukaw entra corriendo a la casa, seguramente a buscarme.

Y por otro lado, estamos yo y Kus, comiendo helado apoyados en una árbol, viendo todo a la distancia.

Una distancia segura, por cierto.

—Nos vamos a Lorchpey—Menciono.

—Es ahí donde te van a buscar primero—Dice con obviedad Kus.

—Exactamente.

(...)

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now