32. Fuente de chisme

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Música.

Eso era todo lo que se oye retumbar en las paredes de la sala, la vibración recorre por el piso y siento en mis pies un ligero temblor.

Pero aún así, el volumen es ideal, lo suficientemente fuerte para no escuchar mis pensamientos. Esos que atormentan mi mente, cada vez que pienso en Lorchpey.

¿Cómo es posible que hace tan poco llegué, y ya han sucedido tantas cosas extrañas?

Extrañas. No sé si sea la palabra correcta para describir todo lo que ha pasado, no encuentro palabra que asimile la situación.

¿Cómo es que hay túneles por debajo del pueblo? ¿Por qué hay asesinos sueltos? ¿Y por qué mierda nadie dice nada?

Es como si todos hubieran sellado un pacto de silencio, y se callarán detrás de esas sonrisas perfectas.

Un suspiro escapa de mi garganta cuando mi vista se dirige a la ventana, dónde puedo observar parte del patio de los Skillek. Y algo en mi, dice lo que desde un principio sabía.

Ellos tienen las respuestas.

O quizás, ellos sean la respuesta.

Suelto un bufido, frustrada por el lío en mi cabeza, e intento concentrarme en la música que fluye por el ambiente. Pero aunque es lo suficiente fuerte para callar mis pensamientos, no lo es para callar la voz de Markus.

Kus grita con todas sus fuerzas, acompañando la letra de la canción, a la vez que aprieta la escoba en su mano, como si fuese un micrófono.

Suelto una risa, cuando parece quedar sin aire en sus pulmones, y termina la canción con una nota que pretende ser alta, pero se asimila al canto de un gallo.

—¡Gracias, gracias!—Exclama haciendo una referencia, mientras aplaudo sin poder evitar reírme.

Se sienta a mi lado en el sofá, con la respiración agitada de su gran actuación como cantante.

La música sigue reproduciendo, y cuando creo que ambos nos quedaremos en silencio para contemplar la canción, Markus interrumpe.

—¿Hoy no era el partido?—Cuestiona, volteando rápidamente su rostro hacia mi, inmediatamente pego un brinco, levantándome.

Joder, lo había olvidado.

Reviso mi celular encontrando varias llamadas perdidas de Lizz, y algunos mensajes preguntando dónde estamos.

—Vamos—Digo, mientras me apuro a calzarme—Lizz ya nos está esperando.

Ambos nos apuramos, tanto que incluso casi olvidó cerrar la puerta de casa. Cuando salimos, el auto rojo de Kus parece invitarnos a llevarnos.

Al llegar, al igual que las veces anteriores, la cancha está repleta de gente. Tanta que podría apostar que incluso hasta las señoras reservadas del pueblo, están aquí.

No me sorprendería cruzarme a algún profesor, o incluso a toda mi clase.

Cuando llegamos vemos en las gradas a la rubia, que guarda dos asientos libres a su lado. Parece mirar hacia todos lados, seguramente buscándonos con la mirada.

Al vernos, una sonrisa ilumina su rostro, hasta que está desaparece lentamente. Volteo hacia atrás, y la razón de su drástico cambio, hace presencia.

La sonrisa del castaño, se extiende mostrando una perfecta dentadura, pero hay algo diferente. Su mirada se clava en nosotros, y el color café de sus ojos, parece esconder algo, detrás de esa profundidad absorbente.

Estás frente a un Skillek, claro que oculta algo.

No pasó desapercibida, como la mano de Lukaw reposa en la cintura de una chica pelinegra, a la que creo haber visto en alguna de mis clases.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now