38. Ruleta

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Narra Lheyra:

Vuelvo adentro donde la música me contagia, la sonrisa no desaparece cuando voy dejando atrás al imbécil acosador, y a... Nizaw.

Tu salvador. Tu héroe. Tu príncipe azul.

—¡Lheyra!—Renia se acerca tambaleándose, su labia está corrido, pero aún así está muy contenta, demasiado—¡Vamos! Vamos, al juego de la ruleta.

Aplaude con efusividad, antes de tomarme del brazo.

—¿Eh? ¿dónde?

—¡Vamos!

Me dejó guiar por la pelirroja evidentemente borracha, no sé qué hora es, pero ya van siendo menos las personas aquí adentro, aún así, el rojo sigue siendo presente entre la multitud.

Me sorprende que aún no se haya armado un lío.

Subimos unas escaleras, esquivando a algunas parejas que están muy empanizadas en su labor, seguramente creyendo que son invisibles a ojos ajenos.

Al llegar a una habitación, ya la música no se escucha con tanta intensidad, y logro oír algunos murmullos dentro del lugar.

Entramos, y varias personas están aquí, somos cerca de quince en la habitación, y todos a excepción de mi, parecen saber que sucederá.

Renia cierra la puerta con llave a mis espaldas, y me deja parada allí, mientras se sienta en el suelo formando parte de la ronda.

Diez rodean una ruleta, mientras esperan pacientemente a la pelirroja, que tambaleándose llega a su lugar.

Una especie de incomodidad me recorre, cuando entiendo que realmente me siento fuera de lugar. No conozco a nadie de aquí, a parte de Renia.

Ah, y de Matthyw, y Henrry.

Pero prefiero ignorar sus presencias. Porque el ver al moreno hace que quiera golpearlo nuevamente.

Aunque cuando paso mis ojos rápidamente por el rubio, el panorama cambia. Y la incomodidad de la situación, empieza a ser más cálida, o más bien a moverse de lugar.

¿Por qué no simplemente admites lo caliente que son los Skillek?

Cualquier halago, que esté en la misma frase que el apellido Skillek, solo hará que esos tres hermanos tengan más motivos para aumentar su ego.

El que tengan un espejo, es suficiente para aumentar su ego, y con mucha razón.

¡Bien! Empecemos—Anuncia un chico  de rasgos asiáticos.

Aparto mi vista del rubio inmediatamente enfocándome en el asiático.

Cuando no sé si acercarme a la ronda, o permanecer parada, Renia me hace una señal para que me acerque. Se hace a un lado y me siento junto a ella.

Volteo hacia atrás brevemente, mirando como solo cuatro se quedan parados apartados del resto.

Enfoco mi vista percatndome de que en la oscuridad en una esquina hay dos personas de las que no me había percatado.

Lukaw mantiene a una chica con los mismos rasgos que el chico que acaba de hablar,  sentada sobre sus piernas, mientras que ella se mueve sobre él.

Ruedo los ojos, sabiendo lo predecible que es él, pero antes de que vuelva a centrarme en lo que está diciendo ahora el asiático, mi vista choca con unos ojos verdes que me miran con una mezcla de arrogancia y burla.

El rubio, cruzado de brazos y apoyado con tranquilidad en la pared, me mira enarcando una ceja. Seguramente me haya pillado viendo a su hermano.

—...Y nadie puede salir de aquí hasta que esto termine—Alcanzo a escuchar al asiático.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora