5. El intruso silencioso

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Narra Lheyra:

Genial.

Esa es la palabra perfecta para describir como me siento en este momento, mientras me encuentro aquí parada en el frente de mi casa.

Pongo el martillo en posición y golpeo clavando más profundo en la tierra el cartel de madera.

Estas chiflada, Lheyra, no puedes hacer esto.

No hay nada que me lo prohíba, Conciencia.

Aunque lo hubiera lo harías igual.

Veo que me conoces muy bien.

Golpeo nuevamente el cartel, y doy dos pasos para atrás para observar la perfección del letrero. 

Sonrío al lograr mi objetivo. Y llamo a la organizadora de eventos, que mi hermosa mami había contratado para decorar la casa.

Unas pocas palabras de intercambio y un "Soy hija de los Dwens" y listo, todo resuelto. Fiesta en camino. 

Cuando estaba en la presencia del rubio aguafiestas—el mismo que anteriormente había arruinado mi entretenimiento: la pelea—se me ocurrió una maravillosa idea. Si no me invitan a su fiesta, haré una mejor. Simple y efectivo.

Por lo que sé, el hermano de Lizz, y todos los jugadores del equipo Kilker, son una especie de "populares" que con facilidad excluyen a muchos de sus fiestas. Y no me fue difícil saber que muchos excluidos querrían participar de las dichosas fiestas, así que los invite a la mía.

Tampoco fue difícil convencerlos, con un "Comida, bebida y condones gratis", la multitud confirmo la asistencia a la fiesta. Y gracias a Lizz quien me dio el Instagram del aguafiestas, logre ponerme en contacto con casi todo el pueblo, bueno, en realidad jovenes del pueblo. Tampoco quiero invitar ancianos aquí.

Aunque serían bienvenidos, si tienen los bolsillos llenos de money.

—¿Así que una fiesta?

Me volteo al escuchar una voz que me resulta familiar. Una voz gruesa y ronca. El pelinegro, el mismo que entro a mi casa el primer día que llegue a Lorchpey esta frente a mi, con sus manos dentro de sus bolsillos, mientras viste totalmente de negro, mostrando una postura relajada.

—Con tu mal gusto musical, dudo que alguien venga a tu fiesta—Suelta sereno.

Enarco una ceja ¿Cómo se atreve a decirme eso?

—Lamento que haya intrusos como tú, que no tengan buen gusto, y sean incapaces de apreciar la buena música.

—¿Intrusos?—Frunce el ceño, como si mis palabra lo hubieran ofendido.

—Intrusos, como tú, que estas invadiendo propiedad privada, y si no mal recuerdo, fuiste tú quien entro a mi casa hace unos días sin mi permiso.

El chico se encoge de hombros, sin tomar importancia a mis palabras, y sigue invadiendo mi propiedad, pisando el césped de mi jardín.

No te hagas la vecina histérica. Que bien que te mueres porque no sea tu cama donde este pisando, y no tu  patio.

¡Cállate, Conciencia!

—Tú eras quien no bajaba el volumen. Tú casa estaba abierta, golpee la puerta pero no escuchaste. Esa música horrible te deja sorda.

—Lo siento, pero vas a tener que acostumbrarte. Y para que vayas sabiendo, esta noche voy a explotar el volumen.

El pelinegro rueda los ojos como si le importaran absolutamente nada mis palabras.

Me quedo en silencio con el martillo en la mano, mientras él solo observa todo sin interés alguno. Al parecer al intruso nada le parece interesante.

—¡Lehy!—El grito de la rubia me hace prestar atención en su dirección. 

Viene corriendo hacia aquí como si la estuvieran persiguiendo. Cuando llega a nuestro lado, abre la boca pero antes de hablar se calla al percatarse de la presencia del pelinegro. Se acerca a mi, y habla en un  tono tan bajo como si no quisiera ser escuchada por el intruso.

—¿Qué haces con él?—Susurra y su pregunta parece ser de pura duda.

Me encojo de hombros, sin tener respuesta.

La rubia jala de mi brazo apartándonos de él, como si fuese peligroso. Miro al pelinegro, notando su intensa mirada azul sobre mi, tan intensa que empieza a intimidarme.

—Lheyra ¿Me escuchas?—Miro a Lizz, quien me mira preocupada.

—¿Qué pasa?

—Se ha difundido un rumor.—Explica preocupada—Sobre la fiesta que tu organizas.

—¿Qué rumor?

—Dicen que va a ver comida gratis. Y las personas se van a enfadar cuando descubran que no es cierto.

—Eso no es rumor—Me río al ver la cara de confusión de la rubia—Es verdad.

—¿Qué? ¿Cómo vas a pagar toda esa comida? ¡Mucha gente va a venir a comer!

—Lo sé. Calma, tengo todo controlado.—Sonrío y la veo a ella mirarme aun sin poder creerlo.

—Bueno, confío en que sí. Pero....—Se calla y voltea hacia donde antes estaba el pelinegro, pero ya no esta.—¿Qué hacías con él?—Vuelve a preguntar.

—No lo sé, estaba aquí con el cartel, y él se acerco.—Digo sin importancia.

—¿Qué? ¿Nizaw Skillek, teniendo contacto con alguien? ¿Acaso me crees tonta? Eso sería imposible.

—¿Eh? 

—Todos saben que Nizaw jamás habla con nadie a excepción de sus hermanos—Menciona con obviedad—Incluso se dice que no hablaba ni con sus padres—Murmura.—Aunque dudo que sea verdad, lo he escuchado hablar solo una vez y dudo que alguien pueda ser tan hijo de perra, para guardarse esa delicia para el solo. Porque ¿has escuchado su voz? ¡Joder! Puedo mojarme de solo escucharla.

Coincido con la desconocida. Esa voz es endemoniadamente perfecta.

—Él hablo conmigo.

—Seguro estabas alucinando, chica. No te preocupes a cualquiera le pasa en la presencia de los Skillek.—Comenta.

—Ah.—Suelto cuando no se que decir.

—¿Qué tal van los preparativos para la fiesta?—Pregunta cambiando de tema.

—Ven. La decoradora ya vino, ven a ver como quedo—La invito, y ambas entramos a mi casa, observando el gran trabajo de la decoradora.

—¡WOW! Amiga, esto esta increíble—Exclama mirando todo el living y la cocina que al ser un lugar abierto da la sensación de ser más grande.

—Lastima que todo va a quedar destruido después de la fiesta.—Menciono divertida, realmente no me importa eso.

—¿No te preocupa, eso? Los adolescentes borrachos son capaces de romper TODO.—Dice como si fuese una señora anciana opinando—Y también me incluyo, no controlo lo que hago con alcohol en mi sistema—Comenta avergonzada, causando mi risa.

—No te preocupes, si se rompe algo, dudo que mis padres se enteren. Seguramente no vengan hasta finales de mes.

—Estoy empezando a sospechar que tus padres son narcos. No es por ofender, pero realmente estas forrada en dinero Lheyra.—Suelto una carcajada por su comentario, y ella se une a mi.

Como si eso fuese ofensivo.

—No son narcos, pero mis tíos si.—Bromeo.

La tarde pasa, mientras que con la ayuda de Lizz preparo todo para esta noche. El gran pedido de comida al único restaurante del pueblo, la ropa para estar divinas, las bebidas y todo lo demás.

Sin dudas una tarde agitada.


















































Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now