37| Toda una vida

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Comentario estrella (29/10/2023): Marcefu 😭 Espero que busque refugio en Izan que lo esté buscando q no le haya pasado nada malo...

37| Toda una vida

Izan

Dos horas y mi teléfono solo tiene llamadas perdidas y mensajes de los chicos, y un sin fin de llamadas salientes que me mandan directo al buzón. Ya no lo soporto. He recorrido las calles de su barrio, del de su padre, del mío y hasta la ciudad. No hay rastros de ella, ni siquiera en la playa. Por un instante creí que podría haber ido ahí. Soy un estúpido que se ha quedado sin opciones. 

La furia brota en el centro de mi pecho como lava. No debería estar desesperado en su búsqueda, ella no tendría que estar fuera de su maldita casa. 

La puerta de la casa de Ona se abre y me doy de lleno con unos ojos negros muy parecidos a los de ella. La mujer me mira expectante y atenta. No tiene ni una pizca de preocupación en el rostro. No hay rastros de llantos, arrepentimiento, de algo que me indique que no es tan desalmada como para estar bien luego de que su hija se ha ido.  

―¿En qué puedo ayudarte? ―cuestiona con desdén. 

No le agradé aquella vez en la ferretería, donde estaba utilizando el uniforme, menos lo haré ahora que voy con mi ropa. Podría decir que me preocupa, pero lo cierto es que me da exactamente igual. Mandó a la calle a la chica que quiero, no merece mi respeto. 

Abro la boca para decirle lo que pienso, para desquitarme con alguien la frustración que me hace arder el pecho en miedo. Sin embargo la figura de Sía aparece a su lado. Me mira con los ojos muy abiertos, el cabello recogido y una evidente tristeza en el rostro. 

―¿Qué haces aquí? ―pregunta chocando el brazo de la madre de Ona al salir de la casa y empujarme para que me aleje. 

Mantiene sus ojos en los míos. 

―No sé donde está ―me arranco las palabras con la voz ronca ―. No tengo idea...

Asiente, toma una inspiración y se voltea para enfrentar a la mujer que se mantiene impasible. Esta eleva una ceja y pasa la mirada de Sía a mí hasta recorrerme por completo y terminar en mis ojos. 

―Eres tú, ¿no es así? Eres con ese que Ona se ha estado viendo estos meses. Eres tú quien ha hecho que me odie. 

―Ona ni siquiera es capaz de hablar de usted ―le escupo ―. La única vez que la nombró, se desarmó en llanto en mis brazos. 

No le importa. Tuerce la boca, mira a Sía y habla. 

―No quiero este tipo de gente en mi casa, Sía. Si quieres seguir aquí, mantén mis reglas. 

Los músculos de la chica se tensan y casi puedo sentir su impotencia. Estiro mi mano para rodear su muñeca. Gira la cabeza sobre su hombro y me suplica con la mirada  que me marche. No lo haré. 

―Ven conmigo ―bajo el tono solo mirándola ―. Toma tus cosas y...

Niega, traga saliva y se libera de mi agarre. Los ojos se le tiñen de tristeza. 

―No lo empeores ―suplica ―. Solo encuentra a Ona y avísame que lo hiciste. Yo ahora... Yo no puedo...

Asiento para evitar que se largue a llorar. No quiero dejarla aquí, se lo debo a Caleb, a Ona, y a mí. Aunque pelemos constantemente, se ha convertido en parte de mis personas. Le lanzo una mirada cargada de odio a la mujer. 

―Espero no se arrepienta de esto. ―Una risa amarga me asalta ―. Tiene un ángel de hija, y la está destrozando. La vida se lo va a devolver. 

Beso el cabello de Sía antes de largarme de allí sin esperar respuesta. De camino a la motocicleta le envío un mensaje a Caleb para ponerlo al tanto. Sía también lo está pasando mal. Cuando presiono la tecla de enviar, la pantalla cambia mostrando una llamada. Aprieto la mandíbula, cuelgo y me subo. Tengo un nudo en la garganta y me tiemblan las manos cuando doy un vistazo al cielo. Ha oscurecido y no lo logré. No sirvo, no estoy a la altura. Ni siquiera ha venido a mí cuando está mal. 

Cuando acabe la canción ©Where stories live. Discover now