14| El error

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Comentario estrella (02/04/2023) belenArbiza vas a matarme con tantas frases así, traen demaciados recuerdos

14| El error

Ona.

No lo recordaba tan bien. Creo que no fue tan bueno como ahora. Tiene su cuerpo pegado al mío y siento el ardor de su piel a pesar de la camiseta y vaqueros. Se ha puesto un perfume que una vez le dije que me gustaba mientras se quejaba de que lo tenía sin uso porque no le terminaba de agradar. Su respiración es tan, o más irregular que la mía. Y quiero respirar, lo necesito, pero prefiero esto; prefiero seguir con sus labios pegados a los míos devorandome como si se hubiera estado aguantando desde la primera vez. 

Izan mueve sus manos hasta el borde de mi blusa y sus dedos recorren mi espalda. Me tenso de inmediato, está sintiendo la piel y carne que me sobra... pero no se detiene, no se queda explorando, recorre un poco más en medio, no cambia su actitud, sigue igual de entretenido en el beso. 

Entonces sucede. El contacto de nuestras bocas se rompe y antes de entender la razón, su rostro se pierde en el hueco de mi cuello y me sujeta con más fuerza. La música es fuerte, pero no tanto desde aquí. Ni siquiera sé muy bien dónde estamos o cómo es que llegamos a este lugar. Lo último latente en mi mente es algunos retos de esas cartas. Recuerdo tener que jugar a pasarnos el hielo con la boca con dos chicas, tomar la cantidad de tragos de cuantas personas me besaría del grupo, dejar que Izan me bese el cuello durante quince segundos y cuando me tocó que la persona a mi derecha elija con quien debía pasar tres minutos en baño a oscuras, Izan me tomó de la mano y me sacó de allí. Me arrastró a aquí, y lo besé, o me besó. Fue mutuo. Por lo que ahora mismo tengo mis manos a los lados de su cuerpo metidas dentro de sus pantalones, tocando la pretina de su boxer. 

¡Mierda!

Las aparto, sin exaltarme para que no lo note, y porque no puedo moverme con velocidad. Me siento adormecida, y no es el alcohol. 

El gruñido ronco en mi oído me hace despertar. Vuelvo a ser consiente de la situación y el corazón se me descontrola aún más. 

―Necesitamos parar, ¿bien? ―Es cierto, pero no puedo evitar sentirme decepcionada―. No voy a meterte mano en este lugar... ¡Joder! Definitivamente no pienso avanzar más aquí.

Suelta una risa sin moverse y sus labios encuentran la piel de mi cuello, la cual besa despacio. No es normal que sea la segunda vez que siento que voy a morir con tenerlo así. Cierro los ojos, necesito despertar. Esto es un sueño, tiene que ser un sueño. 

Sus labios recorren de manera ascendente mi piel hasta que llegan a la comisura de mi boca y los ojos oscuros, tan oscuros que parecen negros, de Izan, conectan con los míos. En cuanto presta atención a mi expresión, su sonrisa decae. Odio eso. Sus manos abandonan mi cadera y van directo a mi rostro, haciendo que lo mire. Ni siquiera noté cuando dejé de hacerlo. 

―Si esa expresión significa que te arrepientes voy a querer morir aquí mismo. ―Está tenso e incómodo.

Niego, absorta en sus pupilas. 

―No... ¿Tú?

―De no haberlo hecho antes, sí. ―Me escruta con cuidado, como si quisiera leer mi expresión―. Pero, si no es eso, ¿qué te sucede?

―Solo estoy pensando. 

Sus músculos se relajan y vuelve a esconderse en mi cuello. 

―Siento mucha envidia ahora mismo. Yo no puedo hilar dos pensamientos coherentes que no sean en cómo pedirte que vayamos a casa y en cómo tomar fuerzas para apartarme ahora mismo. 

Cuando acabe la canción ©Where stories live. Discover now