11| Ella

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Comentario estrella (22/01/2023) Taepurpul Siii ya que mas pide yo que el luego luego me la besuqueo

11| Ella

Ona.

Mamá quedó de mal humor cuando le volví a repetir que no tomaría las pastillas. Me dijo que le costaron demasiado para malgastarlas, y en el momento de discusión les dije que se las pagaría. Espero que me salga más trabajo en las próximas semanas. Ayer me llegó el encargo de treinta bordados. Es un diseño pequeño en la esquina superior derecha, un logo. Pero no es algo que haga en poco tiempo. Me llevará unos cuantos días.

Cuando llego a la casa de Izan, me recibe sin camiseta y con el cabello desordenado.

Tiene el pecho tatuado hasta la altura de su estómago, al igual que los hombros y los brazos que ya le había visto. De todos modos no puedo asegurar exactamente cómo son las figuras. Aparto los ojos de inmediato, pero llego a ver algo que me sorprende, y me gusta. Izan no está repleto de músculos. Es más, tiene un poco de pancita, y se le ve muy bien. Rhys solía... Suele ir demasiado al gimnasio, obsesionado por tener músculos. No entiendo el afán de los chicos por llenarse de músculos, creo que lo hacen más para impresionar a otros chicos que por ellos mismos o las mujeres. Izan me sonríe y hace una señal para que ingrese.

―Gracias por venir, espero no haber sido inoportuno.

―Para nada, no tenía nada que hacer y es un buen plan pasar la tarde con ella.

Cuando cierra la puerta se pone por delante y puedo ver su espalda, la cual sí me permito detallar. En la mitad derecha hay una partitura repleta de notas musicales, las cuales suben y acaban en su hombro.

Lo noto inquieto mientras se apresura dentro de la casa.

―Solbi se está cambiando porque se volcó la taza de leche sobre las piernas. Me has salvado, esta vez de verdad.

―¿Las otras no fueron de verdad? ―Lo pincho mientras él se coloca la camiseta negra que toma de sobre el sofá.

Vuelve a sonreírme. Cuando acaba de vestirse, se acerca a pasos lentos, como si estuviera tanteando el terreno y esperando a ver que hago. Me quedo quieta esperando a que acorte la distancia. Me gustaría ser más segura de mí misma para poder jugar a esto también, pero si él nota que es verdad y todo se pone incómodo, será peor. Porque sé que esto es parte de bromas, Izan es muy desbaratado, como si todo el importara tres cominos, y luego se ve demasiado centrado cuando está con su hermana, en su trabajo o sobre su pensamiento en algunos temas.

Sus ojos van a parar a mi cabello, tengo un rodete que me costó horrores hacer para que quede flojo, pero prolijo.

―Que linda liga ―dice tirando de ella. Se enreda un poco en mi cabello, y cuando logra tenerla, se aleja sonriente.

Intento acomodarme el pelo.

―¿Qué haces?

Lo veo colocarla en su muñeca con una sonrisa juguetona. Doy un paso intentando recuperarla, pero me esquiva, luego lo hago otra vez y vuelve a esquivarme. Cuando voy a hacerlo por tercera vez, lleva la mano hacia el cielo, haciendo que me sea imposible llegar a ella a no ser que me le cuelgue del cuerpo. Por la mirada cargada de tensión que me da, siento que eso es lo que busca, sin embargo no soy tan valiente. Doy un paso atrás, hago una mueca de desprecio alzando los hombros, que lo hace reír de nuevo y se cruza de brazos cuando ve que no voy a avanzar.

―Cobarde ―masculla.

―Infantil.

―Miedosa.

Cuando acabe la canción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora