36| Amor

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Comentario estrella (26/10/2023) coni1910 Necesito, quiero y anhelo un Izan en mi vida.

36| Amor

Ona

Me salta el corazón en el pecho al doble del ritmo que llevan mis pasos para salir cuanto antes de la universidad. Mi móvil vibra en el bolsillo trasero de mis pantalones y lo dejo estar. Seguro es él que sigue con sus burlas. Lo detesto al mismo grado que me gusta. Bajo los escalones de uno en uno, con cuidado de no resbalar y partirme los dientes contra el pavimento. Entonces lo veo estacionado a la orilla de la calle. Me gusta. Me gusta. Me gusta tanto. 

Se acomoda el cabello que le cubre parte de la frente con el viento y sus ojos se deslizan a los míos como si supiera que estoy justo aquí, yendo directo hacia él. Puedo ver la sonrisa que se le extiende en los labios sin dejar de ojearme a detalle. Va desde mis zapatillas viejas, hasta el cabello recogido en una cola que está horrible de enredada y que no luché por disimular mucho. En mi defensa, hoy fue un día caótico. Tres tareas, una pelea con mi madre, la llamada de mi padre para decirme que en unos días me estaría pasando el dinero a mi cuenta, Sía que desapareció desde la noche anterior y no volvió a casa hasta una hora antes de que yo saliera para venir a la universidad. Me desespere toda la mañana hasta que recibí un mensaje de su parte y le exigí una foto para saber que si era ella. Lo extraño es que al regresar se encerró en su habitación y casi no pudo mirarme a los ojos. No estaba con Caleb, lo cual lo vuelve más raro. Le di su espacio, creo que es lo que necesitaba.

Izan me toma de la cintura sin emitir palabra en cuanto me detengo a su lado y sus labios se pierden en los míos. Al inicio es un beso de esos dulces y calmados que me hacen dar volteretas el estómago, luego invade mi boca y su lengua juega con la mía enviando un calor vergonzoso a mi vientre. Clava sus dedos en mi cintura y tengo que recuperar la cordura porque sé que él no lo hará. Cuando me aparto, su sabor me mantiene mareada. Delinea mi perfil con la nariz pegada a mi piel y aspira en mi cuello.

―Tres días, Ona ―reclama en un susurro torpe a falta de aire.

En mi defensa, repito, tenía tres malditos trabajos que no se iban a hacer solos. 

Sonrío jugando con el cabello de su nuca. 

―Pero ya estoy libre.

―¿Cómo te fue? ―me mira con orgullo aún antes de que le de una respuesta. 

―Muy bien.

―Te extrañé. 

―Y yo a ti. 

Vuelve a esconderse en mi cuello. 

―Sube, vamos a comer que te tengo noticias. 

―¿Buenas o malas?

―Ambas. ―Se carcajea cuando mis músculos se ponen rígido ―. Para ti todas serán buenas, porque mi desgracia siempre te hace gracia. 

Hunde los dedos bajo mis costillas y me retuerzo en sus brazos hasta lograr zafarme de su agarre, colocarme el casco e irme con él. 

Media hora más tardes estamos en una cafetería en medio de la ciudad a la que le queda solo una hora de servicio, así que tenemos el tiempo contado. Izan hace girar la cuchara en la taza de café solo con azúcar. 

―Hoy fui a ese dichoso médico ―me dice mientras bebo mi leche con chocolate y crema. 

Hago un sonido de afirmación. Sabe que lo recordaba, le envié un mensaje en la mañana para suplicarle que no perdiera la fecha y pedirle que me mantuviera al tanto. Izan cierra los ojos un instante con un movimiento de cuello que lo hace parecer tenso. No es hasta que sonríe que mis músculos, los que no sabía que estaban tensos, se relajan. 

Cuando acabe la canción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora