—¡Ronde de chupitos! —indica Mel abriéndose paso entre la gente. La seguimos y nos hacemos hueco a un lado de la barra. Hay un tío que sirve tragos a todo el mundo así que pone cuatro chupitos frente a nosotros.

  —Aprobé mi examen. Me lo merezco —chilla la antes mencionada levantando su chupito en alto. Lo baja y luego de hacer un guiño se lo bebe. Nos reímos y hacemos el mismo gesto.

  —No tomas tragos fuertes, pero jamás dices que no a un chupito —es lo que le susurro a Anna al oído.

  —Jamás diría que no a un chupito.

  —Así veo.

  —Ahí están los demás —apunta hacia el grupo que viene llegando. Son nuestros amigos.

Al vernos se acercan a nuestro lado. Algunos bailan, otros fuman mientras beben y varios se encuentran jugando Beer Pong. Anna hizo algún que otro intento y al notar que no estaba acertando a ni uno, decidió volver a mi lado.

  —Muero de calor —se pega a mí y me quita la cerveza que tengo en las manos. La lleva a su boca y después de beber un trago largo, hace un gesto de asco. No le gusta la cerveza y pudo notar que ya va algo borracha. Lleva al menos cuatro rondas de chupitos —de las que yo decidí pasar de ellos— también había tomado dos Ramazzotti y ahora me había quitado la cerveza.

  —¿Qué haces? —sonreí al ver su cara.

  —Es horrible. Jamás me gustará la cerveza.

  —¿Y por qué me la quitas?

  —Necesitaba beber algo más —se encoge de hombros.

  —Has bebido demasiado. Tendré que cuidar de ti —le hablo muy cerca de su cuello.

Las siguientes horas continuamos pasándolo bien con el grupo. Controlo a Anna de a ratos al ver que va y viene de la barra con Mel agarrada a su brazo. Ya tiene las mejillas teñidas de un color cereza. Señal de que va borracha.

  —Ven, te llevaré al lavabo —entrelazo mi mano con la suya y la acompaño con cuidado al sector de los baños. Quiero refrescarla y alejarla un rato de la música.

  —Bueno, papá —bromea.

  —¿Cuántos chupitos has tomado?

  —Cuatro —señala con los dedos.

  —Cuatro fueron los que yo vi —arrugo la frente—. Te he visto ir con Mel varias veces al sector de la barra.

  —Tal vez fueron seis entonces.

  —Anna, vas muy borracha.

  —Sabes que siempre suelo tomar bastante.

  —Sí, te he visto borracha otras veces, pero ahora apenas puedes andar caminando sin tambalearte hacia los lados —la afirmo sobre el lavabo y cierro la puerta para que nadie pueda molestarnos.

  —Gracias por cuidarme —apoya sus brazos sobre mis hombros.

  —Gírate, voy a refrescarte el rostro.

  —Me arruinarás el maquillaje.

  —Cuidado, que llevas tanto de él —apenas se había puesto algo sobre las pestañas y en las mejillas. No se maquilla en exceso.

  —Se arruinarán mis pestañas —dice mientras comienza a pestañear sin parar.

  —Venga, hazme caso. Te hará bien un poco de agua.

  —Y un poco de tus besos también me hará bien. No me has besado en toda la noche —puso la cabeza de lado.

  —No me he dado cuenta.

Por Primera Vez ©Where stories live. Discover now