Capítulo 27.

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Viernes 16/06

Kujo Jotaro no estaba preparado para recibir a su hija en su hogar.

Esa era la triste realidad.

Su hija Jolyne había llegado desde Florida hacia tan solo una semana y las cosas habían sido bastante complicadas desde su llegada. La presencia prolongada de la niña en su casa significaba que tenía que adaptar un espacio para ella, por lo que tuvo que prepararle su propia habitación, lo cual supuso hacer compras y movimientos que no estaban esperados, pero aun así eso no fue lo más complicado.

Jolyne se mudaría con él debido a que su madre debía dejar el país por una oferta de trabajo y como si fuese cosa del destino, la fecha en la que debía irse al extranjero coincidía con el inicio de las vacaciones escolares, lo que permitió que la pequeña se mudara con tranquilidad y no tuvieran que lidiar con lo que un cambio de escuela implicaba.

Jotaro pensó que el que Jolyne estuviera de vacaciones era una ventaja, pero descubrió que era todo lo contrario. Ya que la niña no tenía escuela, no tenía dónde pasar las mañanas, lo que le obligó a llevársela con él a su trabajo cada mañana, justo en la época donde el acuario recibe más visitantes porque, irónicamente, son las vacaciones de verano.

Jotaro era primerizo y si bien su familia le ofreció ayuda con la niña, no quería tener que recurrir a ellos con tanta regularidad, principalmente porque sabía que sus primos tenían que lidiar con sus trabajos y ya estaban ocupados cuidando de sus propios hijos, además no quería tener que lidiar con la mirada burlona y engreída del esposo de su primo Jonathan.

— ¡Ya estoy lista, papi! —.

Jolyne apareció en la sala de estar interrumpiendo las cavilaciones de su padre, quien hasta el momento le estaba esperando. Jotaro le dio un vistazo a la niña para verificar que efectivamente estuviera lista.

Desde el día lunes habían seguido la misma rutina, Jotaro se encargó de establecerla muy bien para que el manejo de la mañana fuese más fácil. Después de comer un nutritivo desayuno, Jolyne se cambiaría de ropa usando una elegida por su padre, luego se lavaría los dientes y revisaría que todos sus libros de dibujos y juguetes estuviesen en la pequeña mochila que su padre le regaló. Esos artículos eran los encargados de entretenerle mientras estaban en el trabajo.

— ¿Todo está listo? —.

— ¡Sí! — Respondió alegre. Su cabello estaba suelto y es que aún faltaba el último paso de la rutina. — Toma papi —.

Jotaro aceptó el cepillo que su hija le ofreció, ya tenía las ligas y todo lo necesario para peinarle. A la niña le encantaba peinarse de una forma muy peculiar y ella misma no podía hacerlo, por lo que era su deber peinarla cada mañana. Aquel ritual les tomaba 15 minutos, los cuales estaban contemplados en la rutina y el horario que estableció.

Jolyne solía quedarse callada mientras su padre la peinaba, ansiosa y muy emocionada.

— Está listo —.

— ¡Gracias, papi! — Exclamó corriendo al baño para verse en el espejo y admirar el trabajo de su padre.

Jotaro ya sabía que haría eso, lo venía haciendo desde el día lunes, por lo que solo dejó el cepillo sobre la mesita de centro y se puso de pie con su bolso de trabajo sobre el hombro.

La niña no demoró mucho en volver y rápidamente fue a tomar la mano de su padre y así ambos salieron del departamento.

A Kujo le gustaba caminar hasta su trabajo, pero era consciente de que su pequeña hija podría cansarse incluso si el lugar quedaba a solo 20 minutos, por lo que cuando salían del edificio la cargaba con un brazo para comenzar el trayecto.

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