Capítulo 38

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Los días pasaban mientras la pareja disfrutaban en la playa. Todos los días hacían una actividad diferente, Cooper se había encargado de todo, haciendo que cada día fuera como una aventura. Ambos estaban pasando unas vacaciones memorables y deseaban que no se terminara nunca. Sin embargo, no siempre obtienes lo que quieres, a veces tenías que detenerte por un momento y descansar. Hoy les tocó a ambos hacerlo, no tenían otra opción.

La lluvia golpeaba con fuerza contra los ventanales de la casa. Desde la cocina, desde la puerta que daba al porche, Cooper veía como la tormenta tomaba la playa, el cielo gris y las nubes furiosas dejaban escapar ráfagas de agua sin parar. El viento azotando se podía escuchar incluso en el interior de la casa como un silbido tenebroso, ciertamente, así es como se sentía y se veía el día, como un escenario digno de una película de terror.

Con los brazos cruzados y con el ceño fruncido, el castaño miraba el escenario que se presentaba ante él. No estaba contento con esto, tenía planes y tuvo que cancelarlos porque la tormenta era tan fuerte que salir sería cometer un acto suicida. Ni siquiera pudo revisar su auto, no estaba para nada feliz con la situación y lo expresaba, refunfuñando cada dos segundos.

Jace lo miraba desde lejos, sentado en el mesón de la cocina mientras comía un par de fresas con crema que habían comprado el día anterior. Invitó a su novio para que compartieran el postre mientras observaban la lluvia, pero el castaño prefiero quedarse frente a la puerta de cristal y molestarse como un niño pequeño que no puede salir a jugar. Jace terminó de comer su parte del postre, guardó lo demás en un recipiente y lo dejó en la nevera. Después se acercó a su novio, rodeándolo por la cintura.

—¿Puedes dejar de refunfuñar como niño y venir conmigo al sofá? —preguntó de forma amable, dejando un beso en el hombro de su novio.

Cooper dejó escapar un resoplido, sin embargo, aceptó el gesto de su novio. Acercó sus manos hacia el brazo de Jace que lo abrazaba y comenzó a dejar suaves caricias.

—Es que no es justo, tenía un gran día y muchas cosas que quería hacer contigo —se giró para quedar frente a su novio, luego soltó un leve puchero. Jace le sonrió de forma gentil y llevó sus manos hacia las mejillas de su novio.

—Lo sé, amor, pero eso podemos hacerlo mañana u otro día. Por ahora no podemos salir, la tormenta será por el resto del día —es lo que la meteoróloga había dicho, además de anunciar que tomaran precauciones para el día. Cooper volvió a hacer otra mueca que Jace borró al acercarse y dejarle un tierno beso —Ya deja de quejarte niño tonto y mejor busquemos algo que hacer aquí, sé que podemos divertirnos sin necesidad de salir.

Las palabras lograron convencer al castaño, pues rápidamente borró su expresión berrinchuda y una sonrisa se dejó ver en su rostro. Jace le devolvió la sonrisa y luego lo tomó de la mano. Subieron a la habitación de arriba y el resto del día estuvieron en la cama, nada más que holgazaneando y viendo películas. Jace decidió que este era un buen momento para enseñarle a su novio sus películas favoritas. Así que en el transcurso del día tuvieron una maratón de películas, mientras la lluvia arrasaba con todo en el exterior.

Estaban en el medio de la película cuando de repente todo se apagó, el aire acondicionado dejó de funcionar y un silencio (solo interrumpido por la película que seguía reproduciéndose en la laptop y la lluvia estruendosa) cubrió la habitación.

—¿Qué pasó? —Cooper preguntó mientras con extrañeza miraba toda la habitación. Jace detuvo la película y se sentó en la cama, estaba acurrucado en los brazos de su novio, pero decidió levantarse.

—Se fue la luz —respondió lo obvio mientras estirada sus brazos. Cooper también se sentó, haciendo una mueca ante esto.

—¿Y cuándo va a volver? —preguntó con fastidio, mirando a su novio con una mueca. Jace dejó escapar una risa baja, no estaba para nada sorprendido de que su novio nunca hubiera vivido un corte de luz.

El tutor de mi corazón.Where stories live. Discover now