2.7

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{ Raros }

- Narrador omnisciente -

No muchos minutos después de salir, corrieron lo más lejos que pudieron del Refugio, aunque la tormenta de arena no ayudaba en nada.

Los chicos aferraron a Peter y Liam para que no les pasara nada ante la fuerza de la tormenta. Siguieron corriendo hasta que despistaron a los guardias, lo que les permitió parar por un momento.

Solo fueron cinco segundos cuando Teresa corrió arena abajo hacia unas ventanas rotas cubiertas de arena.

— ¿Teresa? —Sartén preguntó confundido, todos mirando a la chica de ojos azules, quien ahora les había dedicado una mirada rápida antes de entrar por el cristal.

— ¡Teresa! —corrieron hacia allí, y suspiraron aliviados cuando la vieron bien, ya que había una montaña enorme de arena que le había facilitado la bajada.

— ¡Bajar de una vez! —les gritó como si nada.

Ellos rodaron los ojos incrédulos. Nathan sonrió y miró a su mejor amigo, haciéndole una señal de que pasara él primero.

— Adelante, colega.

Will lo miró y caminó dos pasos hacia delante. Pero luego todo le cobró sentido, por lo que se alejó y alzó una ceja, mirando al azabache.

— No, tú primero, colega. Soy buen amigo.

— Mhm... déjame dudarlo por un momento —le contestó, una sonrisa para nada divertida adornando sus labios.

— ¡Quiero bajar, vamos! —exclamó Peter, intentando soltarse de los brazos de su padre para tirarse por la arena.

— No... un momento —Newt intentó no resbalarse por la arena mientras cargaba a su hijo—. Es muy peligroso, Peter, deja que te ayudemos.

— ¡Quiero bajar! —repitió, y de un salto se liberó de los brazos del rubio, quien lo miró incrédulo.

— James... —Thomas lo llamó, y el nombrado rodó los ojos—. Haz caso a tu padre.

Peter bufó molesto, lo que les pareció aún más tierno al verlo así.

Entonces todos se callaron cuando escucharon a Nathan y Will empujándose entre ellos para bajarse la montaña de arena. Lo que no vieron venir fue cuando ambos tropezaron y empujaron a todos con ellos. Los gritos no tardaron en aparecer cuando rodaron por la arena, intentando aferrarse a algo. No habían caído que todo seguía siendo arena.

Teresa frunció el ceño y se apartó, viéndolos bajar en una estrepitosa y brutal caída por la montaña de arena. Al llegar al final todos soltaron un quejido, sobándose la espalda o algún brazo.

— ¡Me aplastas! ¡Apártate! —Tyler le gritó a Nathan, quien rió y se quitó de encima suya—. Imbécil. —masculló, levantándose y quitándose la arena.

— Esto ha dolido el doble de lo que pensaba —farfulló Minho, tirado en el suelo y con una expresión de molestia.

— Es el dolor de _______ mezclado con el tuyo —le contestó Thomas mientras se levantaba—. Tranquilo, te acostumbras.

Él y Newt compartieron una mirada divertida, mientras el rubio ayudaba a la castaña a levantarse. Y cuando la ayudó, se dio cuenta de algo importante.

— Un segundo... ¿Peter? —preguntó, y los chicos se miraron entre ellos por un momento, para luego buscar al nombrado con la mirada.

— ¡Eh! ¡Aquí arriba! —avisó el pequeño, y Winston, Sartén, Nathan, Will y Minho soltaron una gran carcajada cuando lo vieron con medio cuerpo enterrado en la arena, mientras sus brazos estaban cruzados sobre su pecho.

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