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{ Suero y más problemas }

- Narrador omnisciente -

- Una semana después -

El día siguiente de la asamblea desterraron a Ben al ver que no mejoraba. Harry seguía con la infección, pero no parecía tan afectado como lo estaba Ben, y de momento permanecía durmiendo casi todo el día. _____ tampoco se había movido de la camilla, cada vez que intentaba salir de la Finca, alguien le impedía el paso.

Ahora mismo, Thomas y Newt estaban en la habitación donde Harry se encontraba. Querían entender lo que pasaba, pero por más que le daban vueltas, no encontraban nada lógico.

Teresa entró en la habitación donde estaban ambos chicos, quienes la miraron de inmediato. El rubio miró a Harry, quien seguía inconsciente, mientras Thomas se levantaba de la silla para mirarla.

— Teresa, ¿ha pasado algo? —preguntó, y ella negó con la cabeza, pensando en lo que iba a decir.

— Necesito hablar contigo —Thomas supo que no iba a decir nada más que esas tres palabras, y por su tono parecía importante.

Por lo que terminó asintiendo con la cabeza. Miró a Newt, quien se giró a mirarlos al notar las dos miradas sobre él.

— Estaré bien, sigue dormido —habló el rubio al ver la mirada de preocupación de su amigo.

— Avísame si pasa algo, ¿vale? —Newt asintió, volviéndose a girar a mirar a Harry, aunque luego entraron Jeff y Alby.

Teresa y Thomas los saludaron antes de irse de allí.

Caminaron hacia el Mirador, subiendo a este para hablar con más tranquilidad.

Minho, Gally, Sartén, Winston y Zart estaban frente al Mirador al estar al lado de la sala del Consejo, ya que estaban debatiendo qué hacer con Harry.

— ¿Qué pasa? —Thomas habló primero, dejando los pies colgando al borde de la superficie de madera.

— Creo que... hay algo que deberías saber —dijo ella, aumentando los nervios de Thomas—. No es nada, pero creo que podría ayudar.

— ¿Ayudar a qué?

— No a qué, sino a quien. —contestó, haciendo que el azabache la mirara por fin— Creo que le ayudaría si lo intentamos.

Teresa sacó de su bolsillo dos frascos pequeños, con un líquido azul dentro. Se los dió a Thomas después, quien los observó de arriba a bajo, como si intentara descifrar algo en ellos.

— ¿Esos no son Thomas y Teresa? —preguntó Sartén de repente, haciendo que todos miraran hacia el Mirador, donde ambos chicos estaban hablando.

— ¿Pueden estar en el Mirador? —Zart preguntó, cruzándose de brazos.

Minho se cruzó de brazos, mirando hacia esa dirección. Gally sonrió de lado al verlo, y apoyó una mano sobre su hombro.

— Amigo, deja de ser tan celoso —le dijo, a lo que Minho lo miró incrédulo.

— No estoy celoso —contestó, y era verdad, no estaba celoso—. Pero ella no me da muy buena espina, la verdad.

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