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{ Lluvia }

- Narrador omnisciente -

— Agh, que asco, dios... —Newt llevaba más de veinte minutos quejándose sobre la tierra acumulada en su camiseta.

Minho rodó los ojos y sonrió al mirar como ______ miraba a Newt divertida. Se inclinó hacia ella, para susurrarle lo siguiente:

— Dile que lo encuentras atractivo, ya sabes —le dijo, y ella se giró a mirarlo de inmediato, con el ceño fruncido y una expresión confundida.

— ¿Qué?

— Dile que encuentras atractivo la ropa sucia, seguro que lo anima —Minho repitió, a lo que la castaña lo miró incrédula, negándose ante aquello—. ¿Por qué no? Tú eres la única que sabe animarlo.

— No voy a decir eso, Minho. Es ridículo —contestó, a lo que el asiático arqueó una ceja incrédulo, y se giró a ver a Newt después.

— Pues yo pienso que estás muy atractivo y guapo así, lleno de tierra y... no sé... —Minho habló, a lo que Newt frunció el ceño, sorprendido y confundido por sus palabras—...¿verdad que tengo razón? Ella mismo me lo ha dicho ahora.

______ casi se atraganta al escuchar aquello, y miró como una pequeña y disimulada sonrisa se pintaba en los labios del rubio, con un brillo especial en los ojos que pocas veces tenía.

— Si... bueno... —ella se rascó la nuca nerviosa, lanzándole después una mirada fulminante a su mejor amigo—. Fue un simple comentario...

Y antes de que Newt contestara, Winston y Max corrieron hacia ellos, ambos con unas sonrisa gigante en los labios. Winston agarró las manos de la castaña con prisa, la sonrisa haciéndose más grande en su rostro. Ella se levantó del tronco en el que estaba sentada y lo miró confusa pero sonriendo.

— No hay tiempo para explicaciones, vamos —el carincero dijo ante la confusión de todos, y Max se apresuró a hablar cuando siguieron mirándolo confusos.

— Lo siento, es una emergencia —rió después, y Winston tiró de sus manos para que le siguiera, ahora soltando una de ellas y girándose.

— Pero... —Minho ni supo que decir, se habían quedado bastante confundidos.

— ¿Qué es lo que ocurre? —preguntó ella, riendo ante la alegría de ambos chicos, mientras los seguía al Matadero, donde Winston abrió la pequeña vaya para que pasaran.

— Es una sorpresa —Max contestó, riendo al igual que el Guardián, mientras los tres entraban ahí.

Los ojos de la chica se abrieron al tope y una sonrisa se dibujó en sus labios cuando lo primero que vio en la hierba fue a una pequeña oveja al lado de lo que supuso que era su madre.

Miró a ambos chicos, quienes la miraron de inmediato alegres por la reacción, y ella puso una cara de felicidad pura. Había esperado bastante ese momento desde que Winston le contó que aquella oveja estaba en cinta. Y ahora había nacido por fin.

No dudó en acercarse y sentarse en el suelo, haciendo que la pequeña oveja la mirase de inmediato. Ella volvió a sonreír y acarició la lana de la madre, mirándola feliz. La pequeña no tardó en emitir un pequeño sonido para llamar la atención de ambas y se subió encima de las piernas de la chica, explorando y olisqueando.

— ¡Es preciosa! —miró a los dos chicos parados a un lado, ambos mirándola sonrientes—. ¡Venid, vamos! —los dos dudaron, pero al final se acercaron a donde ella estaba, agachándose igual.

Never stop running Donde viven las historias. Descúbrelo ahora