Capítulo 22.

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Lunes 12/06

El barrio de North End constaba principalmente de restaurantes y de más negocios siendo un barrio comercial y turístico, pero también era el hogar de muchas familias propietarias de dichos negocios. La zona principal del barrio era brillante y muy colorida por los negocios, pero la zona residencial era más modesta, las casas y departamentos tenían un estilo rustico y elegante propio de la Italia residencial, con sus muros de colores naranjas, cafés y rojos. Un aspecto rustico, pero hogareño para sus habitantes.

La casa de Sherry Polnareff Mista y su pequeño hijo Guido era una pequeña propiedad que formaba parte de un conjunto de cuatro departamentos, cada uno constaba de dos habitaciones, un baño, una pequeña cocina y un pequeño espacio para la sala de estar. No era muy grande, pero a la vez era acogedor.

Todas las mañanas la joven mujer de origen francés se despertaba a las 6 am para prepararse para su día y cocinar un buen desayuno para su hijo, quien debía ingresar a la escuela a las 8, pero dado que era difícil despertarle, siempre quedaban cortos de tiempo.

Lo primero que hacía la mujer era cepillar su largo cabello rizado, pues pese a que lo cuidaba mucho siempre era un desastre por las mañanas. Cuando luchaba por cepillarse se convencía más de que era mejor mantener el cabello de su hijo corto, así él no tendría problemas con el cabello rizado que heredó de ella. Luego de cepillarse lavaba su cara y se apresuraba a vestirse con la ropa que desde la noche anterior eligió. Una vez lista se dirigía a la habitación de su hijo para hacer el primer llamado, luego iba a la cocina.

Siendo criada por una madre dedicada al hogar, desde pequeña fue instruida en la cocina sabiendo preparar muchos platillos de su natal Francia y cuando conoció a quien fue su esposo, este le enseñó muchos platillos de la cocina italiana y ahora ella se encargaba de balancear ambas gastronomías en la alimentación diaria de su hijo.

Sherry sabía que Guido no se despertaría a tiempo, por lo que no solía preparar un gran desayuno, pero lo compensaba preparándole un gran almuerzo para la escuela, sin embargo al encontrarse de vacaciones podía permitirse el tiempo de prepararle algo grande para su primera comida del día.

Normalmente iría a despertarle una vez que tuviese su lonchera lista, pero por la ocasión esperó a tener listo la mayor parte del desayuno para que este no se enfriara en el tiempo en el que el niño se preparaba para el día. Bajó el fuego de la estufa a su punto mínimo y se dirigió a la habitación de su pequeño.

— Guido — Siempre llamaba tocando la puerta, pero al no recibir respuesta abría y entraba.

Todas las mañanas el escenario era el mismo. Guido siempre dormía de forma descuidada, incluso si le arropaba cada noche, siempre despertaría sin la manta y esta estaría casi por completo en el suelo, su hijo dormiría de espaldas con el brazo derecho extendido a lo largo de la cama y el izquierdo debajo de la almohada, no roncaba, pero hacía ruidos con la boca, además sus queridos peluches estarían esparcidos por toda la cama.

Sherry siempre sonreiría al verle y se acercaría hasta sentarse a su lado en la cama.

— Guido, mon petit — Se acercaría a su rostro acariciando su mejilla y susurrando en su oreja. — C'est déjà le matin, tu dois te réveiller —.

Por supuesto el primer intento sería en vano, por lo regular era el tercer intento el que daba resultado.

— Guido, è tempo di svegliarsi —.

Tras escucharle hablar en italiano, el niño finalmente abrió los ojos con cansancio, se talló uno para lograr despertar por completo y al encontrarse con el rostro de su madre sonrió de inmediato.

— Buenos días, mamá —.

— Buenos días, mon chéri — Le saludó acariciando su rostro. — Ya es de mañana, debes darte prisa para ir a la estancia con tus amigos —.

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