CAPÍTULO (64)

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CAPÍTULO SESENTA Y CUATRO —
REVUELO EN EL MINISTERIO

El señor Weasley nos despertó cuando a las pocas horas. Usó la magia para desmontar las tiendas, y dejamos el camping tan rápidamente como pudimos. Al pasar por al lado del señor Roberts, que estaba a la puerta de su casita, vimos que tenía un aspecto extraño, como de aturdimiento. El muggle nos despidió con un vago «Feliz Navidad».

— Se recuperará — aseguró el señor Weasley en voz baja, de camino hacia el páramo — A veces, cuando se modifica la memoria de alguien, al principio se siente desorientado... y es mucho lo que han tenido que hacerle olvidar —

Al acercarnos al punto donde se hallaban los trasladores oímos voces insistentes. Cuando llegamos vimos a Basil, el que estaba a cargo de los trasladores, rodeado de magos y brujas que exigían abandonar el camping lo antes posible. El señor Weasley discutió también brevemente con Basil, y terminamos poniéndonos en la cola. Con la luz del alba, regresamos por Ottery St. Catchpole hacia La Madriguera. Cuando doblamos el recodo del camino y La Madriguera apareció a la vista, nos llegó por el húmedo camino el eco de una persona que gritaba:

— ¡Gracias a Dios, gracias a Dios! —

La señora Weasley corrió hacia nosotros, todavía calzada con las zapatillas que se ponía para salir de la cama, la cara pálida y tensa y un ejemplar estrujado de El Profeta en la mano.

— ¡Arthur, qué preocupada me habéis tenido, qué preocupada! —

Le echó a su marido los brazos al cuello, y El Profeta se le cayó de la mano. Al mirarlo en el suelo, distinguí el titular «Escenas de terror en los Mundiales de quidditch», acompañado de una centelleante fotografía en blanco y negro que mostraba la Marca Tenebrosa sobre las copas de los árboles.

— Estáis todos bien — murmuraba la señora Weasley como ida, soltando al señor Weasley y mirándolos con los ojos enrojecidos — Estáis vivos, niños... —

Cogió a Fred y George y los abrazó con tanta fuerza que sus cabezas chocaron.

— ¡Ay!, mamá... nos estás ahogando... —

— ¡Pensar que os reñí antes de que os fuerais! — dijo la señora Weasley, comenzando a sollozar — ¡No he pensado en otra cosa! Que si os atrapaba Quien-vosotros-sabéis, lo último que yo os había dicho era que no habíais tenido bastantes TIMOS. Ay, Fred... George... —

— Vamos, Molly, ya ves que estamos todos bien — le dijo el señor Weasley en tono tranquilizador, arrancándola de los gemelos y llevándola hacia la casa

Una vez que hubimos entrado a la cocina, el señor Weasley leyó el periódico que se le había caído a la señora Weasley y que Bill había recogido.

— Me lo imaginaba — resopló el señor Weasley — «Errores garrafales del Ministerio... los culpables en libertad... falta de seguridad... magos tenebrosos yendo por ahí libremente... desgracia nacional...» ¿Quién ha escrito esto? Ah, claro... Rita Skeeter —

— ¡Esa mujer la tiene tomada con el Ministerio de Magia! —exclamó Percy furioso — La semana pasada dijo que perdíamos el tiempo con nimiedades referentes al grosor de los calderos en vez de acabar con los vampiros. Como si no estuviera expresamente establecido en el parágrafo duodécimo de las Orientaciones para el trato de los seres no mágicos parcialmente humanos... —

— Haznos un favor, Percy — le pidió Bill, bostezando —, cállate —

— Me mencionan — dijo el señor Weasley, abriendo los ojos tras las gafas al llegar al final del artículo de El Profeta

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Where stories live. Discover now