CAPITULO (34)

195 9 1
                                    

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO—
EL AUTOBÚS NOCTÁMBULO Y EL CADERO CHORREANTE

Sí, es verdad que simplemente era una noche, pero no podríamos pasarla en medio de la calle.

Tía Marge no tenía filtro y mucho menos para cosas hirientes de personas que no soporta. Se había pasado, como siempre, pero ahora (por mi orgullo) estábamos en la calle. Y no yo sola, estaba con Harry. Le había arrastrado a esta situación yo por mi genio. Ahora no sabía que haríamos. Claro estaba que no era una opción volver, por lo menos por mi parte, pero tampoco dejaría a Harry recular.

Me acerqué abrumada a la acera y me desplomé sobre ella, temblando de nuevo y no solo por los nervios también por el frío que hacía. Era septiembre y aquí, en Londres, ya empezaba a refrescar por las noches. Harry se sentó a mi lado, poniendo su baúl a su lado sobre la acera. Nos quedamos en silencio viendo como la luz de la farola sobre nosotros parpadeaba hasta que finalmente se apagó y el viento empezaba a enfurecerse.

Me tragué el llanto que amenazaba con salir de mi garganta y pensé. Me tranquilicé y pensé. No teníamos dinero muggle para poder llegar a la ciudad y hospedarnos en ningún lado, tampoco teníamos a donde ir cerca del barrio solo a la señora Figg y no podíamos dejar que viera nuestros baúles con los libros o la jaula de Hedwig (sería raro)... Pero teníamos nuestras escobas y la capa de invisibilidad de nuestro padre, quizá podíamos ir en la misma escoba y volar hasta Londres debajo de la capa.

Mientras pensaba en los detalles escuché un chirrido detrás nuestra, me giré y vi como el viento movía los columpios que había en el parque de Privet Drive, al igual que la rueda o el balancín.

Se me heló la sangre ante un escalofrío en mi nuca. El viento comenzó a soplar con más fuerza y entonces escuchamos el ruido de unas ramas rompiéndose entre los arbustos de enfrente. Acto seguido, vimos como un animal. Temblé al pensar en un lobo. Los ojos amarillos brillantes, que no se apartaban de nosotros.

Me armé de valor y me levanté mientras sacaba del bolsillo de mi chaqueta mi varita y formulé el hechizo Lumos. El animal comenzó a ladrar.

En eso, Harry, dio unos pasos hacía atrás tropezando con el bordillo y arrastrándome con él al sujetarse de mi. Estaba apunto de insultarle cuando mi culo cayó sobre un pequeño charco de agua frío.

Sonó un estruendo y me tapé los ojos con las manos, para protegerlos de una repentina luz cegadora...

Un vehículo de ruedas enormes y grandes faros delanteros frenó con un chirrido exactamente en frente del trozo de acera que ocupábamos. Era un autobús de tres plantas, pintado de morado vivo, que había salido de la nada. En el parabrisas llevaba la siguiente inscripción con letras doradas: AUTOBÚS NOCTÁMBULO. Durante una fracción de segundo, pensé que la caída me había aturdido. El cobrador, de uniforme morado, saltó del autobús y dijo en voz alta sin mirar a nadie:

— Bienvenidos al Autobús Noctámbulo: transporte de emergencia para el mago abandonado. Yo me llamo Stan Shunpike y seré su cobrador esta noche — leyó el hombre en un papel. Al terminar lo guardó en un bolsillo y miró a ambos lados hasta que bajó la mirada encontrándose con Harry y conmigo — ¿Qué hacéis ahí abajo? —

— Tomando el sol — murmuré de mala gana notando como se me empapaban las bragas por el maldito charco

— Nos caímos — dijo Harry pretendiendo no escuchar mi comentario

— ¿Para qué? — preguntó el tal Stan

¿Ese hombre era tonto o se lo hacía?

— Porque el suelo estaba tri... —

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Where stories live. Discover now