CAPÍTULO (61)

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CAPÍTULO SESENTA Y UNO —
EL TRASLADOR

La voz de la señora Weasley se introdujo en mi sueño para despertarme. Abrí los ojos y me encontré con la luz de la habitación de Ginny encendida. Hermione me daba la espalda hacía el borde de la cama que compartíamos, que solía estar escondida bajo la de Ginny; la luz de la mesita de noche estaba prendida y dos farolillos en el cabecero de la cama de Ginny también. Podía admirar la noche por la ventana que había en la pared del cabecero y como brillaba por la luna llena (me preguntaba cómo la estaría pasando Lupin).

— Venga, chicas. Arriba —

Una vez, la señora Weasley nos despertó a las tres, salió del cuarto y les empezó a dar voces a los chicos.

— ¡George, ¿qué tienes en el bolsillo?!... ¡Te he dicho que te despiertes, Ronald! ¡Ya!... ¡Accio! ¡Accio! ¡Accio! ¡No me extraña que tuvierais tan malas notas!...

Saqué de mi baúl la ropa que tenía pensando para hoy: un vaquero ancho y un jersey beige con rayas azul marino y amarillo mostaza, saqué por fuera del cuello del jersey el collar de snitch de Lupin y me puse unos pendientes en forma de corazón y las pulseras (me había aficionado este verano a llevar un montón de pulseras en cada muñeca, a mis tíos les parecía ridículo pero a mi se me hacía muy bonito). Me calcé unas botas militares negras y por encima me puse el abrigo por encima.

Salimos ya vestidas de la habitación de Ginny y me bajamos las escaleras somnolientas.

— Percy lo ha conseguido hace sólo dos semanas — decía George — Desde entonces, se ha aparecido todas las mañanas en el piso de abajo para demostrar que es capaz de hacerlo —

— ¿Por qué nos hemos levantado tan temprano? —preguntó Ginny, frotándose los ojos y sentándose a la mesa

— Tenemos por delante un pequeño paseo — explicó el señor Weasley

— ¿Paseo? —se extrañó Harry — ¿Vamos a ir andando hasta la sede de los Mundiales? —

— No, no, eso está muy lejos — repuso el señor Weasley, sonriendo — Sólo hay que caminar un poco. Lo que pasa es que resulta difícil que un gran número de magos se reúnan sin llamar la atención de los muggles. Siempre tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de viajar, y en una ocasión como la de los Mundiales de quidditch... —

Veinte minutos después, con los estómagos llenos y algo más despiertos que minutos atrás, salimos de la casa de los Weasley.

— Bueno, pasadlo bien — decía la señora Weasley —, y portaos como Dios manda — añadió dirigiéndose a los gemelos, pero ellos no se volvieron ni respondieron (parecían enfadados) — Os enviaré a Bill, Charlie y Percy hacia mediodía —

Caminamos con dificultad por el oscuro, frío y húmedo sendero hacia Stoatshead (el nombre del pueblo que seguíamos por las señales). Sólo nuestros pasos rompían el silencio; el cielo se iluminaba muy despacio, pasando del negro impenetrable al azul intenso, mientras nos acercábamos al pueblo. A pesar de que tenía las manos dentro de los bolsillos y los pies envueltos en calcetines gordos, estaba helada. El señor Weasley miraba el reloj continuamente.

— ¡Arthur! Ya era hora, hijo —

— Lo siento, Amos, a alguno se le han pegado las sábanas — comentó el señor Weasley mirando a Ron a mi lado que caminaba encorvado emitiendo un largo bostezo — Éste es Amos Diggory, trabaja para el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas... —

Algo cayó del árbol que se alzaba sobre nosotros. Cuando se incorporó distinguí a Cedric Diggory, el chico guapo de diecisiete años que era capitán y buscador del equipo de quidditch de la casa Hufflepuff.

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora