CAPÍTULO (10)

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CAPITULO DIEZ —
ESPEJO DE OESED

Hoy volvían los alumnos de Hogwarts. Después de dos semanas aguantando todas las tonterías de Ron y Harry y de ir prácticamente todas las noches a la sección prohibida a buscar información sobre Nicolas Flamel (no encontramos nada), volvían mis amigas... y Theo, claro.

Falataba poco más de media hora y yo quería ser la primera en estar en la entrada de Hogwarts para recibir a mis amigos, Harry y Ron se acababan de despertar hace poco y estaban terminando de despegarse las sábanas. Mientras caminaba hacía la entrada, me encontré con un espejo el cual me llamó bastante la atención. Estaba solitario en una gran sala, estaba en una esquina, detrás de una columna. El espejo era alto, bastante, era como dos yo, y también era bastante ancho. Estaba lleno de polvo y su estructura era de oro, un tanto oxidado, y lleno de telarañas. Tenía grabada una frase la cual no podía leer con facilidad.

Caminé cautelosa hacía él, observé cada uno de sus detalles detenidamente y después miré al reflejo, en cual aparecían dos personas además de Harry y mi reflejo. Había una mujer de pelo largo y pelirrojo y me miraba con la sonrisa más bonita que había visto en la vida, sus ojos eran azules brillantes y se parecían mucho a los de Harry. A su lado, un hombre de ojos marrones y una cabeza más alta que la mujer me miraba con otra sonrisa arrolladora.
Me fijé mucho en el parecido que tanto mi hermano como yo teníamos con ellos. ¿Serían nuestros padres?
Miré a ambos lados detrás mía, pero no estaban.
La sonrisa se les agrandó cuando les pregunté si eran nuestros padres, ya que nunca les había visto (ni en fotos).

— ¿Mamá? — le miré y esta sonrió ampliamente — ¿Papá? — pregunté mirándole, y este me respondió igual

Lleve mis miradas entre ambos y después a mi reflejo, pasé una mano por el cristal y pude sentir como un escalofrío pasaba por mi columna poniéndome los pelos de punta. Entonces, mi madre, puso una de sus sobre mi hombro, y yo, la puse sobre ella, aunque realmente no estuviera ahí. Pero era extraño. Podía sentir su tacto, podía sentir su presencia, podía sentir ese amor cálido, parental, ese amor real que nunca había sentido.

Me senté en el frío suelo y me dediqué a mirar ese supuesto reflejo todo el tiempo que pudiera. Por desgracia me hubiera gustado que hubiera sido más, cuando Dumbledore irrumpió mi silencio.

— ¿Tú otra vez, Helena? — me preguntó el profesor — Veo que, como muchos antes que tú, has descubierto las delicias del Espejo de Oesed — comenzó a acercarse — Veo que ya conoces su utilidad. Déjame darte una pista: El hombre más feliz de la tierra se miraría en ese espejo y se vería sólo a sí mismo, tal como es —

— ¿Entonces muestra lo que queremos? — le pregunté mirando intrigada al espejo — ¿Sea lo que sea?

— Sí... y no — me respondió — Muestra ni más ni menos los más profundos y desesperados deseos de nuestro corazón. Por eso tú, Helena, que nunca has conocido a tu familia, los ves ahora a tu lado. Pero recuerda esto, Helena: Este espejo no nos proporciona el conocimiento de la verdad. Muchos se han consumido delante de él o se han vuelto locos. Por eso, dentro de unas horas, será trasladado a una nueva casa. Y debo pedirte... — me miré confusa —... que no lo vuelvas a buscar. No conviene deleitarse en los sueños, Lena... y olvidarse de vivir. Ahora vete, tus amigos están apunto de llegar — dicho eso me alejé pensando en todas las cosas que me había dicho, todo lo que me había contado y en lo que me había pedido

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Where stories live. Discover now