CAPÍTULO (1)

851 35 6
                                    


CAPITULO UNO —
EL VIDRIO QUE SE DESVANECIÓ

— ¡Arriba! ¡A levantarse! —

Esa es Petunia, nuestra tía -la de Harry y mía-. Siempre hace lo mismo, nos dice que nos levantemos dando golpes en la puerta de la alacena debajo de las escaleras. Después grita: ¡Ya! Y da un último golpe antes de irse y entrar de nuevo a la cocina.

Escucho el roce de la sartén contra el fogón y me doy la vuelta tratando de recordar el sueño que había tenido. Había sido bonito. Había una moto que volaba. Tenía la curiosa sensación de que había soñado lo mismo anteriormente.

Tía Petunia volvió a tocar la puerta.

— ¿Ya estáis levantados? — quiso saber

— Casi — respondió Harry

— Daros prisa, quiero que vigiléis el beicon. Y no os atreváis a dejar que se queme. Quiero que todo sea perfecto el día del cumpleaños de Duddy — gemí molesta

— ¿Qué has dicho? — gritó con ira desde el otro lado de la puerta

— Nada — respondió Harry por mí y tía Petunia vuelve a irse

— El cumpleaños de Dudley... ¿cómo hemos podido olvidarlo? — murmuró Harry buscando sus gafas

— ¡Despertad, primos! ¡Nos vamos al zoo! —

Ese es Dudley, que también hace siempre lo mismo. Baja corriendo las escaleras o salta sobre ellas haciendo que nos caiga todo el polvo y las arañas de los peldaños.

   — Maldito crío de mie... — le tapó la boca Harry antes de que lo dijera y el tío Vernon nos escuchará

   — Déjalo — me dijo abriendo la puerta para salir

Me levanté lentamente y comencé a buscar mis calcetines. Encontré un par debajo de la cama y, después de sacar una araña de uno, me los puse. Estábamos acostumbrados a las arañas, porque la alacena que había debajo de las escaleras estaba llena de ellas, y allí era donde dormíamos.

Cuando estuvimos vestido salimos al recibidor y entramos en la cocina. La mesa estaba casi cubierta por los regalos de cumpleaños de Dudley. Parecía que éste había conseguido el ordenador nuevo que quería, por no mencionar el segundo televisor y la bicicleta de carreras. La razón exacta por la que Dudley podía querer una bicicleta era un misterio que Harry y yo nunca sabríamos, ya que Dudley estaba muy gordo y aborrecía el ejercicio, excepto si conllevaba pegar a alguien, por supuesto. El saco de boxeo favorito de Dudley éramos nosotros, pero la mayoría de veces no conseguía atraparnos. Aunque no lo pareciera, Harry y yo éramos bastante rápidos.

Llegamos a la puerta del salón y justo cuando fui a entrar, Dudley me cerró la puerta en las narices. Literalmente me dio en la nariz haciéndome balancearme hacía atrás.

— Idiota — murmuro sobándome la frente

— ¿Estás bien, Lena? — me preguntó mi hermano

— Sí, vamos — respondo equilibrándome y entrando al salón-comedor

Tío Vernon entró a la cocina cuando Harry estaba dando la vuelta al tocino y yo preparando el café

—¡Péinate! —bramó como saludo matinal

Una vez por semana, tío Vernon miraba por encima de su periódico y gritaba que Harry necesitaba un corte de pelo. A Harry le habían cortado más veces el pelo que al resto de los niños de su clase todos juntos, pero no servía para nada, pues su pelo seguía creciendo de aquella manera, por todos lados. A mi en cambio me lo cortaban muy de vez en cuando, a la tía Petunia le encantaba mi pelo rojo y sedoso por lo que no me lo cortaba a menudo nada más que cuando era estrictamente necesario.

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Where stories live. Discover now