CAPÍTULO (59)

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CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE —
LA LLEGADA DE LOS WEASLEY

A las doce del día siguiente, ya teníamos los baúles listos. Habíamos vaciado de todo comestible el espacio oculto debajo de la tabla suelta de la habitación y repasado dos veces hasta el último rincón del dormitorio para no dejarnos olvidados ninguna pluma ni ningún libro de embrujos, y habíamos despegado de la pared el calendario en que marcaba los días que faltaban para el 1 de septiembre, el día de la vuelta a Hogwarts.

El ambiente en la casa de los Dursley estaba muy tenso. La inminente llegada a la casa de un grupo de brujos ponía nerviosos e irritables a nuestros tíos. Tío Vernon se asustó mucho cuando Harry le informó de que los Weasley llegarían al día siguiente a las cinco en punto.

— Espero que le hayáis dicho a esa gente que se vista adecuadamente — gruñó de inmediato — He visto cómo van. Deberían tener la decencia de ponerse ropa normal —

Un repentino presentimiento me preocupó. Muy raramente había visto a los padres de Ron vistiendo algo que los Dursley pudieran calificar de «normal». Los hijos a veces se ponían ropa muggle durante las vacaciones, pero los padres llevaban generalmente túnicas largas en diversos estados de deterioro. No me inquietaba lo que pensaran los vecinos, pero sí lo desagradables que podían resultar los Dursley con los Weasley si aparecían con el aspecto que aquéllos reprobaban en los brujos.

Tío Vernon se había puesto su mejor traje. Alguien podría interpretarlo como un gesto de bienvenida, pero Harry y yo sabíamos que lo habían hecho para impresionar e intimidar. Dudley, por otro lado, parecía algo disminuido, lo cual no se debía a que su dieta estuviera por fin dando resultado, sino al pánico. La última vez que Dudley se había encontrado con un mago adulto salió ganando una cola de cerdo que le sobresalía de los pantalones, y tía Petunia y tío Vernon tuvieron que llevarlo a un hospital privado de Londres para que se la extirparan. Por eso no era sorprendente que Dudley se pasara todo el tiempo restregándose la mano nerviosamente por la rabadilla y caminando de una habitación a otra como los cangrejos.

— Vendrán en coche, espero — dijo a voces tío Vernon desde el otro lado de la mesa a la hora de la comida

— Ehhh... — no supimos que responder

La verdad era que no habíamos pensado en aquel detalle. ¿Cómo irían a buscarnos los Weasley? Ya no tenían coche, porque el viejo Ford Anglia que habían poseído corría libre y salvaje por el bosque prohibido de Hogwarts. Sin embargo, el año anterior el Ministerio de Magia le había prestado un coche al señor Weasley. ¿Haría lo mismo en aquella ocasión?

— Creo que sí — respondió Harry al final y el bigote de tío Vernon se alborotó con un resoplido

A las cinco menos cuarto bajamos del dormitorio, donde nos habíamos escondido con a idea de no enfrentarnos a los ojos de tía Petunia mirando hacía todas direcciones a la espera de los Weasley.

Tía Petunia colocaba y recolocaba los cojines de manera compulsiva en la sala. Tío Vernon hacía como que leía el periódico, pero no movía los minúsculos ojos, y supuse que en realidad escuchaba con total atención por si oía el ruido de un coche. Dudley estaba hundido en un sillón, con las manos de cerdito puestas debajo de él y agarrándose firmemente la rabadilla.

Pero llegaron las cinco en punto... y pasaron. Tío Vernon, sudando ligeramente dentro de su traje, abrió la puerta de la calle, escudriñó a un lado y a otro, y volvió a meter la cabeza en la casa.

— ¡Se retrasan! — nos gruñó

— Ya lo sé — murmuró Harry — A lo mejor hay problemas de tráfico, yo qué sé —

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Where stories live. Discover now