CAPÍTULO (57)

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CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE —
LAS CICATRICES

Me hallaba boca arriba, jadeando como si hubiera estado corriendo. Acababa de despertarme de un sueño muy vívido y tenía las manos sobre la cara. La antigua cicatriz con forma de rayo me ardía bajo los dedos como si alguien le hubiera aplicado un hierro al rojo vivo.

Me incorporó en la cama con una mano aún en la cicatriz en el cuello y la otra buscando en la oscuridad el interruptor de la luz; antes de poder encenderla, lo hizo Harry, igual de sofocado que yo.

Me levanté de la cama; crucé el dormitorio, abrí el armario ropero y me miré en el espejo que había en el lado interno de la puerta. Una delgado muchacha de catorce años me devolvió la mirada con una expresión de desconcierto en los brillantes ojos azules, que relucían bajo el enmarañado pelo castaño rojizo.

Incliné la cabeza a un lado, examinando la cictariz. Parecía normal, pero seguía escociéndome.

— A mí también me duele — me comentó en un susurro Harry

Intenté recordar que era lo que había soñado. Había sido tan real... Aparecían dos personas a las que conocía, y otra a la que no. Me concentré todo lo que pude, frunciendo el entrecejo, tratando de recordar... Vislumbré la oscura imagen de una estancia en penumbra. Había una serpiente sobre una alfombra... un hombre pequeño llamado Colagusano... y una voz fría y aguda... la voz de lord Voldemort.

Sólo con pensarlo, sentí como si un cubito de hielo se me hubiera deslizado por la garganta hasta el estómago.

Cerré con fuerza la puerta del armario pero sin la fuerza necesaria para superar los ronquidos de tío Vernon.

Apreté los ojos con fuerza e intenté recordar qué aspecto tenía lord Voldemort, pero no pude, porque en el momento en que la butaca giró y lo vi sentado en ella, el espasmo de horror me había despertado... ¿o había sido el dolor de la cicatriz?

¿Y quién era aquel anciano? Porque tenía claro que en el sueño aparecía un hombre viejo: lo había visto caer al suelo. Las imágenes me llegaban de manera confusa. Me volvió a cubrir la cara con las manos e intenté representarme la estancia en penumbra, pero era tan difícil como tratar de que el agua recogida en el cuenco de las manos no se escurriera entre los dedos. Voldemort y Colagusano habían hablado sobre alguien a quien habían matado, aunque no podía recordar su nombre... y habían estado planeando dos nuevos asesinatos: el de Harry, y el mío.

— Vuelva a la cama, Lena. Solo ha sido un sueño — me pidió mi hermano por lo bajini, con voz cansada

No estaba de acuerdo con que hubiera sido solo un sueño... de ser así, ¿por qué lo habíamos tenido los dos? ¿A la vez?

Nerviosa, regresé a la cama, crucé las piernas sobre ella y volví a llevarme un dedo a la cicatriz. No era el dolor lo que me incomodaba: estaba acostumbrada al dolor y a las heridas. Un colmillo de treinta centímetros de largo se me había clavado en el brazo. Y durante el último curso, sin ir más lejos, me habían absorbido el alma unos dementores y me había hecho sangre un maldito árbol. Estaba habituada a sufrir extraños accidentes y heridas: eran inevitables cuando uno iba al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, y, tanto Harry cómo yo, teníamos una habilidad especial para atraer todo tipo de problemas.

No, lo que me incomodaba era que la última vez que me había dolido la cicatriz había sido porque Voldemort estaba cerca. Pero Voldemort no podía andar por allí en esos momentos... La misma idea de que lord Voldemort merodeara por Privet Drive era absurda, imposible.

Escuché atentamente en el silencio. ¿Esperaba sorprender el crujido de algún peldaño de la escalera, o el susurro de una capa? Me sobresaltó al oír un tremendo ronquido de Dudley, en el dormitorio de al lado.

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Where stories live. Discover now