Capítulo 41

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Nydia

—Relájate, lo tengo todo controlado. —Nomi caminaba detrás de mí por el pasillo de acceso a al muelle privado de desembarco. Un breve viaje en ascensor, y estaría en la puerta privada por la que la reina blanca entraría al Alto Tribunal. Ser importante tenía ese tipo de ventajas.

—Si se pone pesada ya sabes que... —Ella no me dejó continuar.

—Tengo biberones cargados con tu leche, las pistas de audio con los cuentos que le has estado contando todos estos días, incluso la camisa que llevo puesta está impregnada con tu olor. —Enumeró una a una todas las medidas que habíamos previsto para mantener calmada a mi pequeña. Dejarla en el Santuario no era una opción para mí.

—Pero... —No he dicho que me pareciesen suficientes.

—Si se pone pesada, te enviaré un mensaje. Solo tienes que ponerte en pie y ordenar un receso. Ella y yo te estaremos esperando en la sala privada contigua al tribunal.

Suspiré pesadamente mientras mi mirada descendía al bulto que ocultaba Nomi bajo la capa que me había regalado Gara. Había cedido a llevarla yo misma, porque sabía que llevarla conmigo podría causar que la descubriesen. Un llanto, un gemido, y todo se iría al garete.

Antes de atravesar la puerta que me separaba de la enorme sala del Alto Tribunal, les di un vistazo a aquellos que dejaba atrás. Silas no estaba con nosotros, sino con los demandantes. Él sería su abogado, por lo que no podía estar ocupando el puesto de consejero de la reina blanca. Tampoco estaba Kalos, que todavía seguía lejos de Naroba, tratando de reclutar nuevos ángeles para mi ejército. Protea se había empeñado en venir desde Foresta, porque podía ser mi regente allí durante mi ausencia, pero se había obcecado en estar presente durante el juicio, porque no quería estar lejos si algo volvía a torcerse. Para ella, lo que íbamos a hacer era muy importante, y con algunas ausencias entre las filas de mi guardia personal, que ella ocupara esos vacíos era su prioridad.

La recién llegada era Kabell, que había pasado por un proceso de regeneración después de que su piedra se reiniciase allí en Bores. Era asombroso lo que un bendecido podía conseguir, o mejor dicho, lo que aquella piedra era capaz hacer. Así todo, la determinación y cabezonería de esa mujer me tenía asombrada. Apenas había salido de su cápsula regeneradora, pero en cuanto escuchó sobre el operativo que se estaba preparando para el juicio, se empeñó en formar parte de él. Ni que decir que Nomi intentó disuadirla. Sus nuevos músculos estaban sanos y operativos, pero necesitaban ejercitarse para igualar al resto de su cuerpo. Así todo, no hubo manera de disuadirla. Con Kabell vigilando a Nomi y a mi pequeña, me sentía mucho más tranquila, porque sabía que ninguna de las dos permitiría que le pasara algo a mi bebé.

—¿Estás preparada? —sabía que la pregunta de Rigel no tenía nada que ver con mi aspecto, o el ánimo para afrontar lo que había al otro lado de la puerta. Sino más bien con el hecho de dejar a Juncal al cuidado de otra persona. No me había separado de ella desde que la dejé con su padre para sanar al árbol rojo.

—Vamos allá. —Estiré mi cuello tanto como pude, para darle a mi aspecto toda la majestuosidad que una espalda bien recta podía infundirle. Casi me reí al recordar la cantidad de veces que mi profesora de ballet me repetía eso de «estira el cuello, como si tiraran de tu cabeza hacia el techo». Evidentemente no aguanté mucho allí, mi cuerpo no pudo absorber toda aquella elegancia.

Las puertas se abrieron, dejándome ver un enorme hemiciclo frente a mí. El silencio se fue haciendo dueño de todo el lugar, sobrecogiendo a todos los presentes.

—Majestad. —Un chambelán fue el primero en acercarse, para hacer una profunda reverencia frente a mí. El resto de magistrados y el público, se pusieron en pie en señal de respeto. —La acompañaré a su asiento. —Asentí ligeramente, por lo que él rápidamente se apresuró a indicarme el camino.

El clan del viento - Estrella Errante 3Where stories live. Discover now