Capítulo 29

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Nydia

Algo no iba bien. Sentía un fuerte dolor en el vientre que me hacía retorcerme. No podía siquiera salir de la litera que era mi cama para ponerme en pie e ir a pedir ayuda. El dolor cedió finalmente, por lo que me puse en pie con dificultad y me acerqué a la puerta del camarote. Abrí la mampara para que los del exterior pudiesen oírme.

—¡Rigel! —grité. La nave no es que fuese muy grande, por eso él estuvo a mi lado antes siquiera de que consiguiese atravesar el umbral.

—¿Qué sucede? —Sus manos me aferraron con cuidado, como si sostuviese un frágil cristal a punto de resquebrajarse.

—Me duele.

—¡Silas! —Rigel me tomó en brazos y me devolvió a la cama para recostarme.

—¿Qué sucede? —Antes de contestarle, él ya estaba a mi lado para examinar mis pupilas. —Estás empapada en sudor. —Como si yo no lo supiera.

—Algo va mal. —Sus dedos se posaron en mi cuello para tomar el pulso en mi carótida.

—¿Es el bebé? —Preguntó preocupado Rigel.

—Sí.

—Tenemos que conseguir un médico. —Rigel se giró bruscamente para ir a buscar la ayuda que había solicitado Silas. ¡Como si fuese fácil encontrar un médico en mitad del espacio!

—Es demasiado pronto. —No podía estar de parto, acababa de cumplir los 6 meses de gestación, todavía me quedaban otros 3.

—Los rojos tienen períodos de gestación más cortos que los de tu especie, no alcanzan los 8 meses. —Eso no me tranquilizaba. Aun así, no me daban las cuentas.

—Estoy de 6 meses Silas, es demasiado pronto para cualquiera de las dos razas. —Aferré la manga de su camisa con rabia. Lo sé, él no tenía la culpa de lo que me estaba pasando, pero necesitaba que me diese algo que me tranquilizase, no que me pusiera peor.

El dolor volvió a golpearme, convirtiéndome en un ovillo humano. Creo que le clavé las uñas en el brazo, pero Silas no emitió si quiera un quejido. Cuando abrí los ojos, encontré una mueca de dolor en su rostro mal contenida.

—Voy a darte algo para ralentizar tus funciones vitales.

—¿Me ayudará con el dolor?

—No, pero nos dará tiempo para encontrar la ayuda que necesitas. —Silas se alejó de mí para salir del camarote, pero antes de eso mi voz lo detuvo.

—No hará daño a mi pequeña, ¿verdad?

—No tendría que hacerlo. —Pero su rostro no mostraba una confianza absoluta. Se fue dejándome allí, sola. No quería estarlo, pero sabía que pronto regresarían con algo que me ayudase.

Rigel

Para saber a dónde ir lo principal es saber dónde estás. Y ese lugar era en mitad de la nada. Nuestra trayectoria nos llevaba a Naroba, pero todavía nos quedaba un buen trecho para alcanzarla. Nydia no podría aguantar hasta entonces, tenía que encontrar un destino más cercano donde encontrar la ayuda que necesitábamos. Lo difícil era encontrar a alguien en quién poder confiar, y que hiciese todo lo posible por salvar a Nydia.

El nombre de un planeta conocido llamó mi atención. Sí, era la mejor opción. Nydia no solo sería bien recibida, sino que tenían muchos medios técnicos para ayudarla. Solo esperaba que fuesen los suficientes.

Tracé la nueva ruta con rapidez, y envié un mensaje avisando de nuestra llegada. Cuando la nave tomase tierra, quería que el equipo médico estuviese preparado para intervenir.

El clan del viento - Estrella Errante 3Where stories live. Discover now