Capítulo 35

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Rise

Después de nadar contra corriente en aquel mar de gente, había conseguido salir al exterior. Pero fuera la situación no estaba mucho mejor. Millares de rojos se agolpaban a las puertas del gran kupai, tratando de acceder al santuario del árbol rojo como si de ello dependiese su vida. Algunos trataban de encauzar aquella masa compacta hacia el camino de entrada, manteniendo despejado un acceso por el que salían camillas cargadas con rojos inconscientes. Si estuviesen en sus cabales saldrían de allí como si fuese la boca de un volcán en erupción, pero ver las bajas pasando a su lado no menguaba sus ganas de acceder al interior de la montaña.

Mi mano se dirigió inconscientemente hacia mi pecho. ¿Todos ellos estaban buscando renacer igual que lo había hecho yo? Un olor familiar llegó hasta mis fosas nasales, un olor que me hizo dirigir mis pasos hacia un lado del edificio del que acababa de salir. Al frente de la coordinación de toda aquella locura estaba Gara, pero no era la misma, parecía más joven, como si de repente le hubiesen quitado de encima 20 años humanos.

—¡Gara! —Alcé la voz para que me oyese entre toda aquella algarabía.

—¡Por la Diosa!, ya has despertado. —Me señaló un extremo del mostrador en el que estaba. Caminé hacia allí para que pudiésemos acercarnos más. —El golpe fue bien fuerte, has tardado en recuperarte. —Una de sus manos acarició mi cabeza mientras me observaba con una sonrisa.

—¿Golpe? —No lo recordaba.

—La onda expansiva te arrojó unos cuantos codos hacia atrás. No caíste lo que se dice de la mejor manera, te golpeaste la cabeza. —No me dolía, así que eso significaba que estaba curado. Por ello pasé de largo ese dato para ir a lo realmente importante.

—¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde está Nydia? —Gara tiró de mí para llevarnos a un lugar más privado, si es que se podía encontrar un lugar así en toda la zona.

—Ella lo resucitó. No sé cómo lo hizo, pero...—bajó la mirada como si buscase una respuesta en su cabeza, pro no estaba ahí—Brilla otra vez, Rise. Nuestro kupai es rojo otra vez.

—Nydia lo sanó. —No era una pregunta. Estaba seguro de que, si alguien podía hacerlo, tenía que ser ella.

—Ha obrado un milagro, y sigue haciéndolo. ¿Ves toda esta gente? —señaló a nuestro alrededor— Vienen en respuesta a la llamada. Ellos también quieren su pequeño milagro.

—¿La llamada? —Gara asintió a mi pregunta.

—A cualquiera que le preguntes te dirá que ha sentido una llamada, que algo tira de él arrastrándolo hacia el kupai. Es atravesar el umbral de la cueva, y la energía del kupai alcanza tus gemas haciéndolas... —Parecía no encontrar las palabras para explicarlo. —Es como si las reiniciara. El resto ya puedes imaginártelo. —Sí, podía.

—¿Nydia se encuentra bien? —Todavía recordaba lo exhausta que había acabado después de su contacto con el kupai azul. Entonces solo hizo que sus semillas salieran en busca de humanos para bendecir. Pero sanar un árbol negro, resucitarlo, habría consumido mucha más energía.

—Está divina, y no es una forma de hablar. —No entendí lo que quiso decirme. —Sígueme. —Lo hice, seguramente me llevaría hasta ella. Eso era todo lo que deseaba. Encontrarla por mis propios medios entre toda aquella gente sería una tarea casi imposible. Su rastro podía haberse mezclado entre la gente, y con tanto personal en movimiento frenético, acabaría topándome con cientos de rastros que seguir, cientos de caminos que cambiarían a cada paso que diese.

Caminé detrás de Gara, porque hacerlo a su lado era casi imposible. Había demasiada gente entre la que abrirse camino. Nos dirigimos a la montaña, pero había muchos controles que pasar para llegar hasta la entrada, y no todo el mundo podía atravesarlos sin pasar antes por una larga cola. Afortunadamente, Gara era un salvoconducto que todos respetaban. Su autoridad allí no solo se respetaba, sino que era un líder que nadie osaría enfadar.

El clan del viento - Estrella Errante 3Where stories live. Discover now