Capítulo 1

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Rigel

No hay nada más primitivo y satisfactorio que alimentar a aquellos a los que amas, y para un rojo alimentar con sus propias manos a su sejmet además es muy erótico. Los dientes de Nydia atraparon el trozo de fruta de mis dedos con exquisita delicadeza, enviando una descarga eléctrica directamente a mi entrepierna. En mi cabeza aparecieron cientos de imágenes que implicaban sus dientes y varias partes de mi cuerpo, haciendo que el traje de vuelo que llevaba encima se sintiera demasiado apretado en la zona de mis genitales.

—Sé lo que estás pensando, gatito travieso.

—¡Ah!, ¿sí? —No necesitaba una respuesta a eso, podía verla en las pupilas dilatas que me observaban entre sus párpados medio cerrados.

—No te quepa duda. —me aseguró.

¿Cómo resistirme a probar el sabor de la fruta en sus labios? No podía. Me incliné hacia ella para besarla tal y como necesitaba, cuando a pocos centímetros de su rostro, una colosal sacudida casi nos hizo caer de nuestros asientos. Antes de que ninguno de los dos pudiese decir nada, las luces empezaron a parpadear, y otro par de sacudidas nos golpearon. No tenía dudas de lo que estaba ocurriendo.

—Nos están atacando. —Ayudé a Nydia a recuperar la estabilidad, dejando sus manos ancladas en el borde de la mesa. Si no la soltaba, aguantaría allí tanto como el anclaje que sujetaba el mueble al suelo.

Tenía que encontrar la manera de identificar el peligro y ponernos a salvo. Con una nave del tipo en el que viajábamos, las opciones de defendernos eran más bien pocas, las naves de lujo apenas tenían medidas de ataque, solo algunas defensas. No deberíamos haber necesitado mucho más, ¿quién se atrevería a atacar a la reina blanca. Quizás eran piratas que solo veían una nave de lujo. Me he movido en ese lado oscuro, y sé que con un aviso es suficiente, porque uno no quiere destruir la nave y los tesoros que puede albergar dentro de ella. La intención de todo pirata es abordar la nave y saquearla, puede que después la destruyera con toda la tripulación dentro, pero de primeras no intenta reventarla.

Todo esto me llevaba a pensar que quién nos estaba atacando no era un pirata. Nuestra única opción era huir tan rápido como fuese posible, y sí, la velocidad venía incluida en una nave de lujo. Sólo esperaba que los propulsores no estuviesen destrozados.

Corrí hacia la cabina de mando, donde Kalos trataba de controlar la nave sin mucho éxito. Las luces parpadeaban en todos los tableros, advirtiendo que los sistemas estaban fallando.

—Apenas noté que algo andaba mal, cuando recibimos el primer disparo. Alcé los escudos, pero no servirá de gran cosa. Perdemos energía. —Eso explicaba el por qué los dos impactos posteriores no parecieron tan terribles como el primero. Pero si perdíamos energía, los escudos magnéticos no aguantaría mucho más.

—¿Quién nos ataca? —Silas llegó en ese momento hasta la cabina, aferrándose a cualquier superficie para evitar que esa extraña vibración que parecía envolver a la nave no lo derribara. Parecía como si algo nos estuviera zarandeando, como un terremoto en el espacio. ¿Era eso posible?

—No lo sé. Algo me despertó, pero no me di cuenta de lo que era hasta que pasé por la cabina y descubrí que habíamos salido de la hipervelocidad.

—No deberíamos haberlo hecho, no aquí. —Silas miraba intrigado al otro lado de la ventana frontal. Estábamos cerca de un planeta, uno con algo brillante a su alrededor, algo contra lo que rebotábamos constantemente. ¿Era eso lo que nos estaba golpeando? O, mejor dicho, ¿éramos nosotros lo que estábamos golpeando a esa cubierta?

—¿Dónde estamos? —Nudya acababa de llegar junto a nosotros. Bien, ya estábamos todos los pasajeros. Busqué con rapidez en el mapa estelar nuestra localización, porque si la nave acababa en docenas de pedazos, nuestra única posibilidad de supervivencia estaba en ese planeta.

El clan del viento - Estrella Errante 3Where stories live. Discover now