Las mesas son tan grandes cuando el bar está cerrado, los apóstoles caminan con sus tragos y sus copas de oro, veo a los demonios brindar y gritar por los que no pudimos, cada sábado es como la última cena.
Escuchar las penas de aquellos que le sirven al señor, aquellos que no me ayudaron a tiempo, que traicionaron su confianza y golpearon a mi puerta, aquellos que envió disfrazados de príncipes para arruinarme la vida, cada sábado es como la última cena.
Creo haber sido una traicionera, creo haber alejado a quienes me querían y apegarme a alguien que no lo haría, lastimé a los buenos y besé al villano, le mentí a Dios por amor, ahora estoy buscando una señal para salvarme de este infierno.
Lamento no haber creído, sigo lamentando el día en que dejé de pagar la cuenta del teléfono, porque pude llamar a alguien, porque no pude pedir ayuda, ahora me siento tan sola, realmente me encuentro sola…cada sábado es como la última cena.
Y Dios, si estás aquí, ¿por qué dejamos de hablar desde que me enamoré de él?
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Los poetas malditos nunca mueren IV
PoetryLos poemas que te escribí son aquellas razones por las que viví, ahora que he escrito suficientes, me pregunto si algún día los leerás para mí...
