CAP XXXIX

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Rei se golpeó contra el suelo casi inconsciente. No podía parar de toser y sentía como si le clavasen agujas en los pulmones. El humo se veía denso y él se tapó la boca con la camisa para evitar acabar perdiendo la conciencia. Maldijo interiormente al ver que la mayoría de sus compañeros ya se habían desmayado e intentó apartar a Azusa para protegerla.

"Quédate con Kudo, protegeros en una habitación hasta que lleguen los refuerzos."Comentó entre tos, teniendo contacto visual con el moreno antes de ponerse a correr como podía.

La habitación de Shiho estaba vacía. Habían ido a por ellos y no se habían dado ni cuenta. Habían estado tan preocupados y emocionados por la llegada de Shiro, que sin querer le habían dado ventaja a la amenaza para acercarse.

El piso se volvió completamente silencioso y el siguió su intuición mientras bajaba por el edificio con la esperanza de que ya no fuese demasiado tarde.

Frenó el paso al escuchar la voz de Shiho protestar y suspiró de alivio al ver que seguían aquí. Le dolían los pulmones y el humo que había tragado todavía lo tenía mareado, pero no dudó en arrancar su Mazda blanco en cuanto escuchó a Vodka encender el vehículo. No sabía si Shiho se percataría de su presencia pero no estaba dispuesto a quedarse atrás.

Empezó a llamar a sus compañeros con la esperanza de que alguno le cogiese el teléfono, pero hasta el mismísimo Akai parecía haber quedado derrotado temporalmente.

Siguió kilómetro tras kilómetro, camuflándose entre los coches hasta notar como el vehículo aceleraba cada vez más. Desenfundó el arma preparado para dar a una de las ruedas de su auto, pero la idea de poder hacer algún tipo de daño a la pelirroja le hizo rectificar el movimiento.

Shiho, desde su asiento, había sido capaz de reconocer el Mazda blanco de Furuya, y Vodka, no tardó en ponerlo en su punto de mira una vez salieron de la autovía. Él no era tan bueno como Gin o Vermouth a la hora de disparar hacia atrás apuntando en el retrovisor, pero no dudó en sacar el arma y disparar a bocajarro para deshacerse de el rubio.

"Vodka, no deberías meterte en más problemas. Para el coche, todavía se puede arreglar esto." Comentó intentando hacerle entrar en razón.

"No hay nada que arreglar, Sherry. No voy a frenar." Contestó decidido.

A Shiho le asustaba. Vodka era un miembro de la organización como cualquier otro, pero ahora le daba la sensación que su seriedad imponía mucho más que antes. Esos últimos meses le habían curtido bastante.

Vodka suspiró de alivio al ver que una de las balas había hecho desestabilizar el Mazda que los seguía y la pelirroja se alarmó cuando vio el coche chocar y el humo oscuro salir de él.

"¡Para el coche!" Le exigió haciendo que Shiro empezase a llorar.

"Tenernos que irnos, no sabemos si alguien más nos sigue."

Shiho no se lo pensó a la hora se poner el freno de mano, haciendo que el coche derrapase fuertemente, quemando rueda hasta frenar.

"¡¿Estás loca?!"

Pero ella no le escuchó. Dejó a Shiro con cuidado en el asiento y salió del coche sin escuchar a su antiguo compañero.

"¡¿A dónde vas?!" Preguntó Vodka saliendo del coche para seguirla.

Shiho se acercó al Mazda, haciéndose paso entre el humo a la vez que tosía. "Ayúdame, el coche puede explotar en cualquier momento."

"¿Quieres ayudarle?" Preguntó sin creérselo.

"El cinturón está encallado, ¿Tienes una navaja o algo?" Preguntó sin escuchar sus protestas.

Vodka frunció el ceño y le entregó una navaja que guardaba en el interior de su chaqueta. "Hazlo rápido, hay que irse."

Alas que condenanWhere stories live. Discover now