CAP XXV

38 4 0
                                    

Entonces...¿Quién se supone que eres?" Preguntó con la mirada fija en él.

Él sonrió y dejó los vendajes y demás a un lado para prestar toda su atención en ella. Era una pregunta fácil, pero a la vez complicada de responder. Se quedó pensando unos segundos antes de acercarse a ella y sacar una pequeña llave para liberar el metal que rodeaba sus manos. "Creo que tengo un poco de todos ellos dentro de mí...puede que mi respuesta no sea clara para ti, pero lo cierto es que ninguno de ellos pretende ser un enemigo." Contestó guardándose las esposas en el bolsillo.

Shiho resopló a la vez que se acariciaba las muñecas. "Es demasiado fácil soltar palabras por la boca, lo difícil es conseguir ganarte la confianza de una persona con ellas." Confianza que ella no estaba dispuesta a dar tan rápido.

Estaba demasiado enfadada, y en ese momento que no confiaba en nadie, mucho menos iba a confiar en un cuervo como Bourbon que ahora se hacía llamar agente de la seguridad pública.

"Tienes razón, por suerte soy una persona paciente." Sonrió poniendo su cara más amable. "Y respecto sobre la confusión de mi identidad...Mi nombre real es Rei, Rei Furuya." Se presentó levantando la mano para poder estrecharla con la suya.

Pero ella ignoró su gesto apartando la mirada y encogiendo los hombros. "¿Donde están Kudo y Akai? Quiero hablar con ellos." Preguntó con un tono algo duro, cambiando a un tema que le interesaba más.

"No puedes salir de aquí ni intentar hablar con ellos." Negó con la cabeza. "Al menos no por ahora."

"¿Y eso por qué?" Preguntó alzando una ceja.

"Digamos que estás más segura aquí."

"Tsk...déjame que dude eso." Frunció el ceño molesta. Estaba agotada y en esa situación era difícil poder tranquilizarse y digerir las últimas horas. "¿Qué narices quieres ahora de mí?" Preguntó removiéndose el pelo. Era agotador ver como el círculo de las cosas seguían el mismo rumbo por más años que pasases.

"Quiero que vivas, que seas capaz de vivir tu vida."

Ella abrió los ojos con sorpresa y seguidamente apretó los puños sintiendo como la sangre empezaba a hervirle. "¿Ahora eres filosofo?" Se burló.

"Solo pretendo ser sincero."

"¡Pues pareces idiota!" Contestó notando como perdía el control de sus palabras. "¡¿Quien eres tú para decidir sobre mi vida?! ¡Ni tú ni nadie tenéis derecho de aparentar preocupación por mí!" Lo encaró agarrando el cuello de su camisa. "Hace mucho tiempo que dejé de ser la chica que tanto deseáis encontrar. Solo me habéis estado buscando todo este tiempo para conseguir vuestros propios logros..." Dijo apretando los dedos hasta que sus nudillos se pusieron blancos. "Tú no eres distinto...¿Ya has conseguido tu medallita nueva que colgarte en la americana?"

"No te confundas conmigo, Miyano. Es verdad que hago todo lo que mi trabajo me exija, pero con la organización por el medio, cada paso que hacía se volvía más personal." Y más después de saber que la adorada Elena de su infancia había muerto por culpa de ellos. 

"¿Personal?" Preguntó sintiendo que era una broma. "¡Tú no has perdido nada!¡Ni mucho menos sabes que se siente vivir ahí dentro toda una vida!" Dijo sin poder desprenderse de esa sensación.

"Puede que no lo entienda, pero todos hemos dado lo mejor de nosotros para poder liberarte de ese mundo." 

"No me hagas reír. ¿Liberarme? ¡Yo nunca os pedí que hicieseis esto!" Le chilló enfurecida. "¡Todos vosotros habéis hecho lo que os ha dado la gana y Gin ha acabado muerto!"

Alas que condenanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora