CAP VII

54 11 0
                                    

Gin se despertó con un fuerte dolor de cabeza al día siguiente. No sabía bien que hora era, pero el sol se veía bastante elevado cuando miró hacia la ventana. Se peinó el pelo hacia atrás y revisó su teléfono antes de dirigirse al baño y darse una ducha rápida para despejarse.

Salió de la habitación y fue directo a la cocina para conseguir una buena dosis de cafeína. Podía decir que tenía la suerte de tener un día tranquilo, así que no pensaba aceptar ninguna llamada que no fuese importante lo que quedaba de mañana.

Le dio un sorbo al café caliente y buscó un encendedor por la cocina para encender el primer cigarrillo del día.

Levantó la mirada y se percató de la ausencia de la pelirroja por la zona, así que cogió su taza y se dirigió a la parte baja de la casa. La vuelta acabó rápido cuando la encontró plenamente concentrada en ese pequeño laboratorio. No sabía cuanto rato llevaba ahí trabajando, pero tenía el pelo algo revuelto y el café de su escritorio parecía estar más que frío.

Apagó el cigarro antes de acercase a ella y observó lo pulcra y ordenada que era trabajando. No necesitaba a nadie más para que ese laboratorio mantuviese la investigación viva y constante. Se sentó en un taburete libre cercano a ella y la observó de reojo trabajar. Ella no se había dignado a mirarle en ningún momento, pero él ya estaba demasiado acostumbrado. Sin embargo, a él no le costó mucho darse cuenta del rojo de sus ojos, conocía demasiado bien su rostro, sabía con facilidad cuando reía o cuando había llorado.

"¿Te puedo ayudar en algo?" Preguntó la pelirroja con un tono seco.

"¿Cómo va la investigación?" Preguntó él con su tono normal mientras bebía de su café e intentaba ignorar el dolor de cabeza que persistía.

"Sigo trabajando. En tres semanas no se puede esperar que hayan muchos avances." Contestó sin apartar la mirada del ordenador, peinándose el flequillo hacia atrás a la vez que resoplaba. "He recopilado todos los datos y ahora estoy intentando entender que mierda han estado haciendo en ese laboratorio esos últimos dos años."

Gin sonrió con su enojo. "Encontramos un científico australiano que parecía bastante competente, pero al final el trabajo parece estancado desde que abandonaste la investigación. Tuvimos que deshacernos de ese tipo al ver que solo nos hacia perder tiempo y dinero."

Shiho suspiró y se rascó los ojos al notar su vista cansada. "Los documentos son un puto desastre, he perdido mucho tiempo ordenando esos garabatos sin sentido."

"Yo voy a salir unas horas, recuerda que necesito un informe completo para la semana que viene." Dijo Gin levantándose y marchándose del laboratorio.

Sherry se pasó las siguientes horas sin salir de esas cuatro paredes, la mayoría de veces no era ni consciente de lo rápido que pasaban a su alrededor, era demasiado curiosa en su trabajo y pocas veces era capaz de frenar.

El ruido de su estómago rugir le hizo pausar el trabajo tiempo después y acabó quitándose la bata para subir a la cocina.

Todavía no había empezado a anochecer, pero se dio cuenta de que Gin no parecía haber vuelto. Tampoco tenía muchas ganas de verle después de la última conversación, no podía parar de reproducir sus palabras en repetición dentro de su cabeza.

Se sentía abrumada y colapsada, así que decidió cambiar la dirección hasta el baño para para darse una ducha de agua caliente. Le dolía la cabeza de pasar tantas horas frente a la pantalla y no se sentía muy satisfecha con los resultados que estaba recibiendo. No iba a conseguir acabar un buen informe si seguía atascada de esa manera y no era el mejor momento para que su mente decidiese dispersarse.

Salió de la ducha y se puso un vestido de punto de un color oscuro, básico y cómodo para estar por casa. Nunca salía ni venía nadie, así que tampoco importaba mucho arreglarse o no.

Alas que condenanWhere stories live. Discover now