CAP XXVI

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Rei bostezó rascándose los ojos y apartó ligeramente la cortina para ver que los periodistas todavía no habían abandonado su posición. Sabía que solo hacían su trabajo, pero no eran capaces de ponerse límites a la hora de invadir vidas ajenas y tampoco parecía que tuviesen intención de darles un respiro. Estaban creando todo un espectáculo de la investigación que todos ellos querían acabar discretamente.

Todavía era pronto, el cielo se veía rosado, y las responsabilidades, ya lo llamaban en forma de mensajes de texto que ya veía acumulados en su teléfono. Resopló y se metió en la ducha antes de salir y buscar la cafetera aun somnoliento. La dosis de cafeína, era más que necesaria esa mañana. Todo ese ajetreo no le dejaba descansar lo suficiente, por no hablar de lo pendiente que debía estar de cierta científica. No iba a olvidar la cara que puso Akai cuando se enteró que no podía llevársela con él.

El ruido del otro baño llamó su atención y acabó sacando una taza de más cuando vio aparecer a la pelirroja. "¿Te encuentras bien?" Preguntó ofreciéndole una de las tazas a la vez que observaba sus ojeras. 

"Sí, gracias." Contestó con su tono neutro, sin llegar a mirarle a la cara.

El rubio bebió de su café sin dejar de mirarla, fijándose en lo delgadas y pálidas que se veían sus mejillas esos días. No iba a insistir, pero podía intentar imaginar el caos y presión que debía sentir. "Tómate el café tranquila, no tenemos que estar en la central hasta dentro de una hora."

"¿Hoy también?" Protestó masajeándose las sienes. Todo este show parecía interminable y ella seguía igual de desubicada. Era agotador pasarse los días respondiendo preguntas sin cesar, abriendo a la fuerza capítulos de su vida que no quería recordar.

"El FBI ha insistido, pero les he hecho prometer que será algo breve." Explicó comprobando la hora.

"Entonces, ¿Es cosa de Akai?" Preguntó acercando la taza a sus labios.

"Creo que el detective entrometido esta vez ha tenido algo más de culpa." Respondió comprobando el nudo de su corbata en el reflejo de la ventana. "Yo voy a salir un momento, pasaré a recogerte en un rato."

Ella rodó los ojos antes de beber. "¿Me vas a dejar bajo la supervisión de las pirañas que me esperan ahí abajo?" Preguntó aburrida mientras miraba por la ventana.

"Lo siento, mi vida privada me reclama, pero Kazami vendrá a cubrirme."

"Claro, así me quedo mucho más tranquila..." Mintió rodando los ojos.  

Rei abrió la puerta cuando el timbre sonó y se despidió de ella sin recibir respuesta una vez su compañero llegó.

Shiho no interactuó con Kazami durante todo el tiempo que estuvieron en la habitación, aprovechó para darse una ducha rápida y vestirse. Se peinó y dejó el pelo suelto y combinó unos tacones negros que había logrado comprarse con un jersey verde que Rei le había traído días atrás. El invierno estaba apunto de llegar y no iba a volver a pasar el mismo frío que en el último interrogatorio.

Entró a su habitación y recogió el encendedor dorado de gasolina para guardarlo en el bolsillo de su pantalón. No había llegado a tener la oportunidad de regalárselo al rubio y ahora se aferraba a él como si fuese lo único que pudiese recordarle a él, ya que en cierta manera, todo lo demás había desaparecido. Había quedado todo completamente arrasado, no había cuerpos ni pertenencias. Incluso el collar que Gin le había regalado, se había perdido en esa azotea... no quedaba absolutamente nada.

Apretó el puño dentro de su bolsillo notando el frío del metal y dio media vuelta para salir.

"Furuya debe estar por llegar, podemos dirigirnos al coche si quieres."

Alas que condenanWhere stories live. Discover now