CAP XXXI

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"¿Te apetece dar un paseo antes de volver a casa?"

Shiho se lo pensó unos segundos. Le frenaba un poco que él pudiese llegar a imaginar que pudiese haber algún tipo de sentimiento amoroso entre ellos, pero tampoco tenía intención ni le apetecía dejar de verlo. No habían empezado precisamente con buen pie, pero era un hombre con buenos valores y una personalidad que atraía.

No iba a dar más importancia cuando dar un paseo tampoco es que significase nada, ambos eran lo suficientemente maduros como para saber diferenciar el sexo esporádico de una amistad. Ambos podían hacer lo que les diese la gana con sus vidas y aquí nadie era dueño de nadie.

"¿O acaso estás pensando en seguir evitándome?" Preguntó Rei sin apagar la sonrisa. No habían sabido mucho del otro estos días, pero su interés hacia ella no había cambiado. Tener las ideas y objetivos claros era algo que le venía de serie.

Ella abrió la boca para seguir debatiendo pero finalmente acabó cerrándola y reanudando el paso para subirse al asiento copiloto. Y él, cerró la ventana a la vez que ampliaba su sonrisa, arrancaba el coche y se ponía a circular sin destino fijo en mente.

La música de la radio sonaba suave de fondo mientras las luces de cruce les iluminaban cada carretera que recorrían. Una pequeña voz dentro de ella le dijo que Furuya no era una amistad y otra voz se interpuso para protestar y decirle que ya no estaba atada a nada y que podía hacer lo que quisiera.

Akai era súper protector con ella, Shinichi solo tenía tiempo para casos y su reciente mujer, y Agasa era más una figura paterna que una amistad. Por no hablar de que los pequeños detectives no eran más que unos niños de primaria...ella no era una persona de tener amistades.

Gin había sido el fuerte protagonista de su vida, y ahora ya no estaba.

Y ahí es donde entraba Furuya.

La costumbre de su presencia se empezaba a hacer cómoda. Le gustaba su carácter serio y amable a la vez, pero sobretodo le llamaba la atención lo hábil que podía ser para cualquier cosa. De elaborar el mejor menú del barrio a conseguir información más rápido de lo que se tarda en mandar un mail.

"Que rápido vuelan las noticias en esta ciudad." Comentó ella mirándolo de reojo. "No hace ni seis horas que he visto a Shinichi, y casualmente, apareces esta misma noche para cenar en el mismo restaurante donde por casualidad he empezado a trabajar hace poco."

"Supongo que el mundo es un pañuelo." Contestó él con una sonrisa divertida.

"Tienes que saber que lo que pasó la otra noche fue algo puntual." Especificó ella yendo directamente al grano al no ver claras las intenciones que pudiese tener él. "Puedes seguir saliendo con quien quieras, aquello no tiene porque volver a pasar, te dij-"

Él empezó a reír dejándola completamente desconcertada y sintiendo algo de vergüenza.

"Sí, lo sé." Le cortó él. "No pretendo meterme en tus pantalones cada vez que te vea, también me gusta charlar con la gente o simplemente tomar algo, ¿sabes?" Sonrió al ver como se había sonrojado. "¿Pedimos un café?" Preguntó repentinamente parando el coche por un autoservicio.

Shiho aprovechó esos cinco minutos para calmar su sonrojo y maldecirse por ser una bocazas y luego no ser capaz de contestarle. Era inevitable que la pusiera algo nerviosa, ya que aunque solo fuese física, atracción sí había. Cualquier mujer se voltearía para volver a mirarlo.

"¿Has cenado? ¿Quieres comer algo?" Le preguntó antes de pagar.

"Con el café estoy bien, gracias."

Rei le pasó los cafés y volvió a arrancar desviándose del centro para poder aparcar en una zona más verde y tranquila. Ambos salieron del coche y se sentaron en un banco mientras saboreaban el café y observaban una parte de la ciudad desde esa lejanía.

Alas que condenanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora