CAP XXXV

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Shiho apartó la tetera del fuego antes de sentarse junto a ellos y llenar sus tazas.

Fusae y Agasa venían constantemente a visitarla, y a medida que crecía su barriga, más emocionados se ponían. Había asumido rápidamente su rol de abuelo y estaba muy pendiente de ella, incluso demasiado para su gusto. Todavía le faltaban un par de meses, pero ellos ya habían empezado a regalarle peluches y ropa.

"Te dije que no hacía falta." Comentó antes de abrir la cajita. Sabía que estaba muy contento con ello, pero no quería que empezase a gastarse todo su dinero. Eso la hacía sonreír con tristeza, el profesor era de los pocos que sonreía con ese tema, le daba igual lo que hubiese detrás, para él seguía siéndole hijo de Shiho.                                                                 

"¿Te gusta? Fusae lo diseñó y puso a la venta gracias a ti." Comentó el profesor con una amplia sonrisa en la cara a la vez que abrazaba la cintura de su mujer. Se notaba la admiración en cada palabra que salía de su boca.

Shiho sonrió asintiendo. Eran unos patucos con hojas de ginkgo dibujadas. Se veían realmente bonitos. "Muchas gracias."

El profesor se inclinó hacia ella para darle un beso en la frente y se acabaron el té mientras charlaba sobre sus conocidos. Ella siempre le preguntaba por el detective y por su mujer, pero sabía que aquella discusión había enfriado un poco sus amistades. Shinichi intentaba llamarla de vez en cuando y visitarla cuando los casos no lo tenían ocupado y Akai había acabado disculpándose con las semanas. Pero podía ver que ella seguía cerrada en un círculo muy pequeño, y sí, había visto a Rei temporalmente en su vida, pero no había conseguido ver más. Él era el primero que entendía que su prioridad ahora era ser madre, simplemente no quería verla triste.

Ella les acompañó hacia la puerta cuando se marcharon y resopló al ver el conocido Mazda blanco a unos metros de su entrada, últimamente tenía esas vistas todos los días, y ese día ya no estaba para aguantarlo. Se despidió con una sonrisa y se acercó al coche blanco cuando vio que ya se habían marchado. Furuya hizo ver como si no la viese acercarse a él y ella tocó en la ventanilla para llamar su atención.

"¿Hay algún problema?" Preguntó Rei bajando la ventanilla y mirándole con molestia.

"¿Creías que no me daría cuenta de que llevas un tiempo siguiéndome? ¿Es que te dedicas a acosar a las tías con las que has estado?" Preguntó ella sin morderse la lengua, notando como su molestia crecía al ver como sonreía.

"No te preocupes, capté el mensaje rápido." Contestó mirándole fijamente. "Estoy aquí por trabajo."

"¿Ahora tu trabajo consiste en seguirme a los sitios y en quedarte a velar frente a mi casa?" Preguntó alzando una ceja y cruzando los brazos.

"No voy hablar sobre trabajo en medio de la calle." Comentó apoyando el brazo en la ventanilla. "No te preocupes, simplemente haz como has hecho estas semanas e ignora que estoy aquí fuera."

Ella frunció el ceño y se giró molesta para volver al interior del apartamento sin decirle nada. Furuya podía ser muy atractivo, pero también sabía ser un idiota, y sus hormonas, no estaban para aguantarle ahora mismo.

Se sirvió otra taza de té cuando volvió y se sentó en el sofá refunfuñando por el encuentro que había tenido con el rubio. No le gustaba actuar tan fría con él, pero reaccionaba así frente él. Era como una manera de tirar arena sobre un par de piedras que siempre que se aguantaban empezaban a hacer chispa.

Se acarició la barriga y se dijo a si misma que una relación como la que habían tenido no tenía que darle importancia. Era la típica relación de tránsito, esa que existe entre relación y relación. Y estaba segura de que Furuya no iba a tardar en ver la manera en que Azusa lo miraba. Ellos sí que parecían una relación perfecta.

Alas que condenanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora