Asha Bolton, es una profesora de Literatura que pasa por un proceso de ruptura de su expareja de años. Aceptó ir a escondidas a una fiesta de adolescentes para supervisar a sus primos, sin imaginar que, dentro de ello, se encontraría con Allister, e...
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Mi corazón se partió en pedazos.
El hombre que compartí casi cinco años, era otro. Sabía que algo estaba pasando, pero no lo tomé en cuenta. He quedado en shock y con un agujero en el pecho. De esos que son difíciles de curar. Las lágrimas no paran de caer por mis mejillas. Nunca pensé que iba apuñalarme por detrás sin compasión. ¿Cómo pudo esconderme su engaño todos estos meses?
Noté su cambio. Pensé que era normal.
Sin embargo, había un motivo.
—Amor. Ash...
—No es broma, ¿verdad? —pregunto con lágrimas. Mi vista es borrosa—. He intentado arreglar todo de nuestra relación, pero esto.....—Sollozo fuerte—. ¡No se puede reparar!
Cae en el suelo de rodillas y me abraza mientras llora fuerte.
—Podemos arreglarlo.
¿Arreglarlo? ¿Algo que él rompió?
—¿Crees que se puede? —pregunto entre sollozos—. ¡¡Todo se arruinó, Jack!!
—¡¡Es por eso, Ash!! —exclama desesperado. Busca mi mirada, encontrando una expresión que jamás he visto en él—. Cuando más necesitaba de alguien, ella estaba ahí. Tú no. Por eso yo....
¿Su infidelidad es mi culpa?
Lo observo sorprendida y desconcertada. ¿Tengo la culpa de su engaño? ¿Por qué lo sería?
—Jack.
—¿Sí?
—Terminamos —repito de nuevo. Trato de alejarme, pero él detiene mis movimientos con fuerza—. ¡Suéltame ahora mismo!
—¡No quiero dejarte ir!
—¡Suéltame antes que grite y los vecinos escuchen, imbécil!
Quiero irme lejos de él. Estar sola y pensar en lo sucedido. No deseo tenerlo cerca de mí. Siento dolor, decepción y repulsión. Solo lo imagino revolcándose con ella. Duele el corazón.
—Ash...
Lo pateo fuerte, haciendo que al fin me suelte.
Hice todo para que la relación surja bien. Intenté dar todo de mí por él. Acepté el hecho que cambió y me quedé a su lado. Sin embargo, esto ya no está en mis manos. ¿Culparme de su infidelidad?
Sí. Los seres humanos siempre buscamos culpables, hasta donde no los hay.
En este caso, sí hay un culpable, pero no soy yo.
—Nunca vuelvas a verme en tu maldita vida, Jack —escupo con ira—. Más tarde vendré a recoger mis cosas. No quiero estar un segundo a tu lado.
