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Al llegar a la primaria, ambos estuvimos rotando de grupo en grupo durante un tiempo, hasta que en el segundo año logramos consolidar nuestro propio grupo de amigos, de la mano del alegre Jung Hoseok y su antítesis Min Yoongi. Todos juntos lográbamos ser el fastidio de todos los profesores.

Los años de la primaria fueron muy divertidos, fue la época en la que más me divertí con Jimin, eso me era suficiente para ser un niño feliz. Ver a mi mejor amigo feliz.

- Me anotaré en un conservatorio de música el próximo semestre- comenté restándole importancia a la noticia.

- ¿¡Te cambiaras de escuela!?- Jimin ya se encontraba al borde de las lágrimas cuando terminó con su pregunta. Como siempre tan exagerado.

Si hubiera tardado unos segundos más en responder, de seguro hubiese tirado de la pasarela de madera que flotaba sobre el lago para dramatizar aún más sus lágrimas.

- No- reí al ver su expresión y volví a centrar mi atención en las puntas de mis pies tocando el agua- solo será una actividad extracurricular. Eso significa que habrá días en los que no te podré ver- aclaré apenado.

- Me estás abandonando- sus sollozos se intecificaron y sin mover sus piernas ni brazos, inclinó su torso hacia adelante intentando caer al agua. Lo detuve con uno de mis brazos como si ya fuera un reflejo incorporado.

- Deja de dramatizar. No intento dejarte- subí mis piernas a la madera y las rodee con mis brazos, pegándolas a mi pecho- Mi mamá quiere que haga alguna actividad, y el deporte no es lo mío... Espero que la música lo sea. Lo único que tengo relacionado con las artes son tus conciertos de baile con tus peluches y yo de publico.

- Mis peluches lo disfrutaron mucho.

- Yo también- ver el horizonte al momento de atardecer con diez años fue como presenciar un fenómeno con mis ojos. Tuve que tragar la ilusión que me causaba ver la luz naranja colándose entre los rubios cabellos de Jimin- Deberías ir a clases de baile, podrías tener un gran futuro- sus ojos se iluminaron y saltó sobre mi efusivamente.

- ¿Tu crees?- sus rodillas estaban a casa lado de mi torso, me acorralaba como si en algún momento hubiera tenido la mínima intención de huir.

- Claro. Tienes talento.

- Entonces... le debo ir a decir a mi mamá... ¡ahora!- de un salto se levantó y comenzó a correr hasta el inicio de la pasarela para llegar a tierra firme.

Desde el suelo vi como corría con todas sus fuerzas, hasta que, como si de un muro se tratase, frenó en seco y volteó en mi dirección.

- ¡TU TAMBIÉN DEBES VENIR!

Segundos después de su grito yo estaba corriendo hacia a él, esmerándome por llegar hasta la mano que me extendía a mi. Solo a mi.

Luego de la pubertad  /Minimoni omegaverseWhere stories live. Discover now