Amor a distancia

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Andrew King por fin nos había dejado en paz.

Con la orden de alejamiento no se podía volver a acercar ni a mi casa ni a la de Mark, ni siquiera me podía hablar durante las carreras, cosa que agradecía.

Lo que no agradecía era el daño que me había hecho en la mano al pegarle y, aunque tuviese a Mark a mi lado intentando hacer que no me doliese no funcionaba.

Así que para preparar mis maletas para ir a casa de Addie, me la había traído para que me ayudase.

— Sinceramente se lo merecía.

— No dije que me sintiese mal porque no se merecía que le pegase.

— Pensaba que no te gustaba la violencia.

— Y no me gusta —le aseguré a mi amiga mientras me doblaba camisetas y yo estaba tirada en mi cama.

— Pero...

— Pero me gustó pegarle y a la vez no, me dolió mucho.

— Mark fue a buscarte mil cosas a la farmacia, no hace falta que lo jures.

— No sé qué haría sin él.

— Está cambiando, cuando yo lo conocí era un niñato repelente.

— Cuando yo lo conocí también —le sonreí.

Addie terminó de meter en la maleta absolutamente toda la ropa de abrigo que tenía en el armario, no me iba a quejar de que fuese una exageración la cantidad de térmicas que metió dentro, seguro que al final me iban a hacer falta.

Llamaron a la puerta y me levanté de un salto de la cama.

— ¿Para abrirle la puerta a Mark si estás bien, no?

— Obviamente.

Bajé las escaleras, crucé la entrada y abrí la puerta.

— ¿Te pasa algo? —me preguntó Josh al ver mi cara.

— No.

— ¿Pensabas que era Mark?

— Sí.

— Me siento ofendido.

— No te preocupes Joshy, es normal que me prefiera a mí —apareció Mark detrás de él y me trajo a París.

Obviamente sabía que iba a traer a París, mi entusiasmo se debía en gran parte a ello.

— No solo traemos a París, también tenemos helado —dijo Josh.

Mark cerró la puerta y subimos todos a mi habitación donde nos esperaba Addie.

— ¡¡¿Tenéis helado?!! —en ese momento le brillaron los ojos.

— Es para despedirnos de vosotras y esas cosas —aclaró Josh—. Mark se va a convertir en un viejo cascarrabias de nuevo —suspiró y se tiró en mi cama.

— Eres un exagerado.

— Mañana cuando veas que vas a estar sin Amelia durante una semana entera, hablamos.

— Ya estoy mentalizado —se quejó mi novio.

— No te lo crees ni tú —casturreé.

— Voy a por cucharas, nos comemos ese helado y nos lleváis al aeropuerto —dijo Addie levantándose del suelo para ir a la cocina.

— No estoy listo para ir al aeropuerto —Mark se tiró en mi cama con Josh mientras yo seguía centrada en París que se había tirado al suelo para que le rascara la barriga.

— Ya las tengo —nos enseñó las cucharas. Addie que había subido corriendo estaba respirando rápido—, primera parte del plan hecha, ahora solo faltan las otras dos.

— Creo —habló Mark—, que voy a tardar mucho en comerme mi helado.

Entonces nos empezamos a reír, los cuatro juntos, yo y mis amigos. Por fin tenía la libertad con la que tanto había soñado, ya era libre.

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