El malentendido

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El sábado había llegado y el Sol se había dignado a salir.

Estaba desayunando con mi hermano en la cafetería de Mercedes, Florence nos acompañaba hace un rato, pero se tuvo que ir a dar las primeras entrevistas de después de los últimos libres, lo que nos dejó solos a mi hermano y a mí.

Harry estaba leyendo tranquilamente una revista cuando vi por el cristal de la cafetería a Addie, iba completamente sola, sin Meredith por algún lado.

— Me voy —le solté a mi hermano, así como si nada antes de levantarme de la silla y apresurarme a bajar las escaleras hasta la calle principal del Paddock, salí tan rápido que ni me dio tiempo a ver la reacción de Harry.

Me hice paso entre la gente que estaba andando y esquivé algún que otro mecánico llevando piezas de coches.

— ¿A dónde vas tan rápido?

— Llevo prisa —dije intentando mirar por encima del hombro de Friedick para ver por donde se había metido Addie.

Él se giró para ver hacia donde estaba intentando mirar, pero no debió de ver nada que le llamara la atención. Suspiré cuando vi que Addie se metía en McLaren.

— ¿A quién espías?

— A nadie, solo quería hablar con Addie pero es imposible.

— ¿Necesitas ayuda?

— Dudo que te haga mucho caso.

— ¡¡Hola hola!! —salió Angelo del edificio de Ferrari, si ellos estaban aquí eso significaba que Florence estaría acabando ya con las entrevistas, saludé a Angelo con un abrazo como casi siempre que lo veía.

— Tan guapa como siempre Amelia — antes de poder decirle gracias siguió con su frase—, me gusta cómo te queda ese color caramelo, aunque el rubio te quedaba demasiado bien.

Las raíces se empezaban a notar con mi color natural, y es verdad que el tono se me había oscurecido un poco, pero lo suficiente como para que mi pelo pareciese marrón claro.

— ¿Y mi abrazo? ¿Y mi halago? —le dijo Friedick de broma a su novio haciéndose el indignado.

— A ti te doy cosas mejores que abrazos —le respondió Angelo y le guiñó un ojo.

De repente noté como unas manos se posaba en mis hombros.

— Hola Angelo —saludó Mark detrás de mí— y... Fernando.

Friedick parpadeó lentamente indicando que no le hacía gracia que Mark le cambiara el nombre cada vez que le veía, en su contra, Mark parecía bastante divertido.

— Mark te adelanté muchas veces, sé de sobra que te sabes mi nombre.

Intenté ponerme seria pero mi sonrisa amenazaba por salir, Mark quitó sus manos de mis hombros y se cruzó de brazos antes de responderle.

— Eso en tus sueños Filipo.

— No sé cómo lo aguantas —dijo Angelo y me encogí de hombros. Mark no era para nada una persona fastidiosa, tenía sus momentos, pero nada que no fuese insoportable.

— Si me disculpáis me llevo a mi ... —gesticuló la palabra novia y mis amigos se miraron entre si extrañados.

Nos fuimos hasta detrás del edificio d McLaren, ahí no nos vería nadie.

— ¿Qué quieres Mark?

— Addie va a estar toda la tarde con Meredith haciendo unas cosas que les pidió mi tía.

Genial, mi oportunidad para hablarle se había esfumado de verdad.

— De todas formas, no creo que hable conmigo, aunque la encuentre sola.

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