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Amelia

— Sí. —Le respondí entre sus brazos mientras le miraba fijamente a sus ojos.

Me apoyé completamente en la cama y él siguió besándome pasando sus labios por todo mi cuello hasta llegar a la parte que mi escote dejaba descubierto, subió la mirada y me ofreció una sonrisa que hizo que un escalofrío me recorriera la columna vertebral.

—Esto sobra —dijo refiriéndose a mi vestido.

Su mano me recorrió lentamente la espalda hasta encontrar la cremallera del vestido para bajarla, me deshice del vestido y quedé frente él con un simple sujetador de encaje y unas bragas a juego.

— ¿No crees que estamos en desigualdad de condiciones? —se quitó la chaqueta del traje y la tiró como puso, mientras yo le tiré de la corbata suavemente para atraerlo hacia mí y quitarle la camisa.

Tengo que decir que los pantalones salieron más fáciles que la camisa, pero nada como dejar que mis ojos vieran en primera plana los abdominales de Mark. Aun así, lo de abajo no se quedaba atrás.

Volví a pegar mi boca a la de Mark y con una mano volvió a recorrer de nuevo mi espalda, esta vez para desabrochar mi sujetador que cedió con un simple movimiento de manos. Lo tiró con su chaqueta y centró su mirada en mí y vi lo mucho que me deseaba, al igual que yo a él.

— No sabes cuanto extrañaba esto —dijo recorriendo mis pechos con su boca.

— Puedo hacerme una idea —le contesté casi en un suspiro que hizo que se le erizara la piel.

Él siguió bajando y mordisqueando la piel sensible de mis pechos, eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos aguantando la respiración hasta que de mi garganta surgió un sonido que hizo que Mark me pegara más a él.

— Sigo pensando que llevas demasiada ropa —dijo jugando con la goma de mis bragas.

Trague saliva sin poder decir palabra alguna, lo único que quería era a él dentro de mí. Ahora.

Sus manos exploraban todo mi cuerpo y me acariciaban el vientre mientras me daba besos por las caderas.

— Ahórrate el tonteo y dame ya. —con las pernas lo atraje hacia mí.

— Qué cosas dice señorita Black. —me respondió con una sonrisa.

En un abrir y cerrar de ojos Mark ya se había quitado los calzoncillos y se había puesto el condón. Empezó a besarme en los labios con más intensidad justo cuando me penetraba. Empecé a jadear cuando él empezó a moverse dentro de mí.

— Joder —gimió en mi oreja con la voz ronca.

Hundí mis manos en su pelo cuando entró hasta el fondo y solté un gemido de placer. El placer y el calor se extendían por todo mi cuerpo haciendo que se me aceleraba el pulso cada vez que Mark entraba y salía.

Mark comenzó a darme besos por el cuello, la clavícula, la mandíbula, llegó un momento que perdí la cuenta.

—¡Mark! —gemí finalmente cuando todo ese placer estalló entre nosotros y ya no podía contener más. El orgasmo recorrió mi cuerpo intensificándose con cada uno de las últimas embestidas y Mark gimió mi nombre antes de que nos separáramos.

Notaba los latidos de Mark, acelerados al igual que los míos. Los dos estábamos jadeando uno al lado del otro y él entrelazó mis dedos con los suyos, no tenía ni la menor idea de cuánto tiempo pasamos así hasta que Mark se apoyó sobre su codo y me miró.

— Siempre supe que ibas a ser lo mejor de mi vida —me miró con ternura y me dio un beso suave, dudo que me quedaran energías para uno como los de antes.

Línea de salida ✓ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora