La remontada

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Mark

Había ganado la carrera por poco más de un segundo de distancia, la adrenalina recorría mis venas mientras celebraba con mi equipo esta victoria, después de todos los problemas que está teniendo el coche no me venía nada mal patearle el culo a Harry Black, había remontado en puntos y eso me pone feliz.

Ya me había bajado del podía y estaba encharcado en champán, había tanta gente a mi alrededor que ya no distinguía a nadie.

— ¡¡Felicidades Mark!! —se me acercó Meredith en mitad de toda la gente que estaba ahí.

— ¡Gracias Meredith! —le grité para que me escuchara.

A lo lejos estaba Amelia en el garaje de Mercedes, cada vez que la veía con ellos era como si me clavaran un cuchillo directo en todo el corazón, empezaba a superarla, pero me lo ponía difícil si iba a tener que seguir viéndola por cada Paddock que pisemos.

Para que engañarnos, superarla no iba a ser nada fácil.

—Oye Mark —me llamo Meredith haciendo que tuviera que apartar mi mirada de Amelia—, quería hablarte de una cosa.

— Dispara —le dije mientras me encogía de hombros.

Me di cuenta de que no debí de haberle contestado en el momento en el que clavó sus labios en los míos. Me separé de ella, no sabía qué mierdas decirle para hacer que no se sintiera mal.

Mi primer instinto fue mirar al lugar donde estaba Amelia, se había ido.

No le debía ninguna explicación y mucho menos después de todo lo que hizo, empezando por volver con Mercedes si es que alguna vez se fue de allí, pero no podía evitar sentir la necesidad de decirle que ese beso no había significado nada para mí y que yo la quería a ella, por mucho que mi cabeza dijera una cosa, mi corazón siempre pensaría otra.

Amelia

Se habían besado. Ellos dos se habían besado.

— Estúpida te dije que te iba a doler —Florence no ayudaba mientras estaba en mi habitación recogiendo todo para irme de allí y no saber nada más.

— No me duele —a quién quiero engañar por favor—, solo fue un poco impactante.

— Aja.

Se tiró en mi sofá y se me quedó mirando como si esperara que le fuera a decir algo, lo siento Florence tú y yo no somos amigas, no te voy a hablar de mi vida privada.

— ¿Es que sabes que es lo peor de todo? —demasiado tarde—, yo estaba ahí presente viendo cómo se comían la boca.

Metí mi libreta en la mochila con tanta rabia que casi me quedo sin dedo.

— Puedes hablar conmigo de Mark, te prometo que no se lo voy a contar a nadie.

Seguimos sin ser amigas.

— No quiero hablar de Mark ahora mismo —gruñí al ver que no podía meter el ordenador en la mochila.

— Amelia, lleváis poco más de un mes separados, es normal que no te guste lo que acabas de ver.

— Sigo diciendo que no me importa.

— Si tú lo dices...

—No me mires así.

— Tía es que tu maldito ex se acaba de comer la boca delante de ti con una chica que no me gusta nada —dicho así se empeoraba la cosa—, permíteme dudar que no te importa.

— Vale sí —me volteé en su dirección— ¡Tengo ganas de llorar y gritar y desear no haber existido nunca!

Me miró tranquilamente, no sé cómo podía hacerlo, estaba haciendo de mi vida un drama absoluto, no debía entrometerme en la vida amorosa de Mark, y mucho menos reaccionar así. Quizás sí que debería dejarle ir.

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