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El cumpleaños de mi novio

Meredith

Estoy harta de Mark.

¿Por qué le tuve que hacer caso a su tía? Está claro que tiene a otra persona en mente. Y esa persona es Amelia.

Todo lo que hice para poder gustarle, todo para nada.

12 horas antes.

Amelia

Me levanté mucho antes que mi cumpleañero favorito, ayer de noche habíamos llegado a nuestro hotel de las Vegas. Miré el reloj y eran las siete de la mañana.

Me preparé y salí en busca de mi cómplice.

— ¡Josh! —llamé sigilosamente a su puerta que estaba justo en frente de la nuestra.

— ¡¡Joshy!!

Después de una tercera vez por fin me abrió la puerta.

— Princesa, cuando dijiste que vendrías a levantarme temprano —dijo medio dormido y con el pijama puesto—, no pensaba que fuera a ser a las fucking siete de la mañana.

— ¿Tienes los globos? —le pregunté ignorando sus quejas.

Se metió dentro de su habitación y le seguí cerrando la puerta tras de mí.

— Tienes que decirme lo que desayunas, enserio.

— Pues por ahora nada.

Lo que me recordaba que tenía que hablar con los del hotel para el desayuno de Mark.

— Te admiro —dijo sacando los paquetes de globos que le pedí que comprara.

— ¿Quieres ayudarme con esto?

— ¿Pagas bien? —Le miré seriamente y me puso la misma mirada—, solo si desayunamos primero.

Accedió y le regalé una sonrisa. Hoy era un buen día.

Bajamos a comer y cuando terminamos pude hablar con el encargado de la cocina, había llamado al hotel el sábado para preguntarles si me podían hacer un desayuno con comida francesa, todas esas pastas, bollería, chocolates que le gustaban a Mark.

Entramos en mi suite y Mark seguía dormido.

Josh y yo nos pusimos a hinchar los globos y a colgarlos por todo el espacio ese que había entre la habitación donde dormíamos y una especie de sala de estar.

— Sabes —empezó a decir Josh—, no me acuerdo de prácticamente ningún cumpleaños de Mark. Solo sé que los odia porque coincide con ya sabes qué.

— Sus padres...

Hoy hacían quince años de la muerte de los Laurent, mierda.

— Entonces prefiero ir cancelando mi super viaje por la ciudad, no quiero obligarlo a hacer nada si no se siente con ganas.

De un momento a otro llamaron a la puerta.

— ¿Flor? —dije nada más verla al otro lado comiéndose un macaron.

— ¡Sorpresa! —me saludó y me aparté para que entrara—, lo acaba de dejar un chico bastante amable.

Dijo metiendo el carrito del desayuno dentro de la habitación, todo tenía una pinta increíble.

— ¿Flor? — dijo Josh nada más verla.

— ¿Por qué todo el mundo se sorprende? Ya sé que soy lo más, pero basta.

— Pensábamos que no ibas a venir hoy —dijo él levantándose.

— Pues aquí me tienes ¿Me echaste mucho de menos? —le contestó y él se aclaró la garganta, nos quedamos los tres en un silencio un poco extraño. Me sentía toda una sujetavelas, los dos mirándose y yo ahí parada en el medio como si nada.