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¿De nuevo a Mercedes?

Amelia

Mercedes había sido mi casa casi toda mi vida, volver a pisar la central se sentía más que raro después de mi despedida.

La verdad es que no tenía un trabajo asignado aun, solo sabía que la gente estaba empaquetando las cosas para llevárselas a Bakú, estaba teniendo un dèjá vu enorme de esa primera carrera de la temporada.

Me estaba sintiendo mal, literalmente me dolía la barriga y tenía nauseas, solo quería irme a casa y salir de este sitio infernal que no me traía nada más que malos recuerdos, no sé ni como estoy consiguiendo aguantar toda una mañana aquí metida rodeada de gente a la que no le importo y no hicieron más que darme la espalda.

— Amelia —mi hermano me hizo un gesto con la mano— ¿Te llevo?

Tardé unos segundos en reaccionar hasta que me di cuenta de que llevaba las llaves de su coche en la mano.

— Sí, no tengo coche aún.

Mentirosa, tienes un McLaren aparcado en la casa de tu persona favorita.

Estúpida mente.

— Solo tienes que decírselo a papá —fuimos andando hasta el aparcamiento, antes que hablarle vengo andando todos los días desde Londres.

— No creo que sea buena idea.

— Si se lo pides hoy para mañana ya lo tendrás en casa —dijo tranquilamente guardándose las manos en los bolsillos por el viento y frío que hacía —. Incluso hoy lo puedes tener.

— Sigo sin sentirme muy cómoda al hablarle.

— Ahí tienes razón, no se creyó del todo lo que le dije.

— Puede comprobar por él mismo que es verdad.

— No creo que lo haga, tendrá sus manías, pero sigue siendo papá.

— Ya, — entramos en el coche, hacía casi tanto frío dentro que fuera de el — sigue siendo papá después de todo.

Amelia no vomites en el coche, te lo ruego.

Ganas de vomitar en ese momento no me faltaron, no sabía si mentir tanto tiempo me daba nauseas o haber pronunciado esas palabras.

Me pasé el camino a casa mirando por la ventanilla, no tenía absolutamente ningún tema de conversación del que hablar con Harry.

Me preguntó por mis planes para hoy y como mucho le podía hablar de lo estresada que estaba porque había quedado para hablar con nuestra madre por la tarde, pero dudo mucho que lo haga, eso era un secreto de estado que solo conocía Josh.

Llegamos a casa de mi hermano, ayer llevé mis cosas a su casa, la recordaba más alegre cuando era pequeña. Por ahora solo tenía ganas de arrancarme del cuerpo toda la ropa que llevaba donde se leía claramente Mercedes.

Subí a mi habitación a cambiarme, tiré por el suelo la camiseta del equipo de mi padre, no era mi equipo, nunca lo iba a volver a ser, me puse un chándal, simple y básico, perfecto para ir de incognito.

— Voy a salir con Amaia —me dijo mirando su teléfono cuando bajé por las escaleras—, si quieres coger mi coche hazlo.

— No voy a salir de casa —ahora mismo no.

— Como quieras.

Me quedé en silencio mientras él no paraba de escribir por el teléfono, de pronto se escuchó el motor de un coche, se despidió de mí y se fue con Amaia. Me hacía demasiada gracia que él me dijera cosas por estar con Mark y ahora él estaba con Amaia.