VI

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Sasha


Me arrepentí de haberle dicho a Frank lo que Jason y sus amigos pensaban de él. Si bien se mostró interesado en saberlo, se vio, con claridad, que no se lo tomó de la mejor manera. La escena del bus, en la que se fue sin despedirse, volvió a ocurrir. Me lamenté para mis adentros al verlo salir del comedor escolar. Yo no quería que Frank se alejara de mí, por el contrario, pretendía que se convirtiera en mi amigo. Pero me la ponía difícil con su actitud. Ahora me tocaría buscar otra oportunidad de hablar con él; desde luego, en nuestra próxima plática, trataría de ser cuidadosa con mis palabras.

Después de estar toda la mañana en el instituto, regresé a mi casa. Estaba muerta de cansancio. El no haber dormido bien anoche se sentía más pesado a esta hora. Solo quería subir a mi habitación, tirarme en mi cama y no despertarme hasta el otro día.

—Hola, Sasha. —Me saludó mi mamá, quien se encontraba en la sala leyendo unas hojas—. ¿Cómo te fue en tu primer día?

¿Mal? ¿Más o menos? Ni yo sabría decirlo.

—Normal —respondí—. ¿Tú qué lees?

—Leía la copia del contrato de alquiler de la casa. Solo quería asegurarme de que todo estuviera en orden. —Terminó de ordenar las hojas en un folder, luego me miró y agregó—: ¿Sabes? Tu papá me dijo que, si le sigue yendo bien en el trabajo, se animaría a comprar esta casa.

La compra de la casa significaba que estaríamos más atados a esta ciudad. Aunque parecía un tanto iluso, yo aún guardaba la esperanza de volver al apartamento donde vivíamos en Chicago, porque era nuestro y no pagábamos renta. Pero ahora... la cosa se me ponía cuesta arriba.

—Genial. —Mi tono no era de alegría, sino todo lo contrario— Ahora sí estoy condenada a vivir acá.

—¿Por qué te lo tomas así? —Mi mamá frunció el ceño, sin comprender mi actitud.

—¿Quieres que celebre?

—Sé que no estabas de acuerdo en mudarte, pero no digas que vivir aquí es una condena, porque suena exagerado.

—Para ustedes los padres todo es exagerado —dije, alzando un poco el tono—, en especial lo que sienten sus hijos.

—¡No me levantes la voz! —La seriedad se adueñó de mi mamá—. Vete a tu habitación antes de que te castigue. No tienes ningún derecho a hablarme así.

—Yo me largo. —Subí a mi habitación y tiré la puerta. Ahora estaba enojada y con sueño. Lo mejor sería dormirme para ignorar un buen rato esta realidad.



Me desperté a las cuatro de la tarde, con más cansancio que el que traía del instituto. Traté de dormirme otra vez, pero el vacío de mi estómago, por no haber almorzado, no me lo permitió. Miré que en la mesita que estaba junto a mi cama había un plato de comida. Mi mamá debió haberlo dejado ahí mientras dormía. A pesar de nuestra discusión, no dejaba de preocuparse por mí. Era imposible no amarla.

Luego de terminarme el almuerzo en tiempo récord, me acosté en la cama de nuevo. No tenía ganas de hacer nada. Sin embargo, como fui incapaz de volver a retomar el sueño, tomé mi celular y metí a mi Instagram, mi red social favorita. Miré que alguien me había seguido. Estaba casi segura de que era una chica con la que estuve en la segunda clase. Me pregunté cómo me había encontrado.

Ahora que lo pensaba, no era difícil encontrarme en redes sociales. Si alguien ponía mi nombre en el buscador, aparecía en los primeros resultados (no me cabía en la cabeza que el algoritmo me hiciera eso). Y, aparte, mi cuenta era pública y tenía muchas fotos mías. Seguí a la chica de vuelta y le eché un ojo a los usuarios que seguía. Pensé que, de casualidad, podría dar con el perfil de Frank. Sin embargo, por más que busqué, no encontré nada. Deseé tener la habilidad de alguna gente, que se disfrazaba de espía, para encontrar a una persona en cualquier red social.

Me rendí y, mejor, me puse a hacer tareas. El caso es que, al cabo de una hora y media, me siguió otra persona en Instagram: su nombre de usuario era «Frnk_16» y su foto de perfil era una imagen de Arctic Monkeys. ¿Será Frank?, pensé sin estar segura. Se me hacía mucha casualidad que, luego de buscarlo por un buen rato, a él también le diera por lo mismo. Pero, si era así, me alegraría porque coincidíamos en gustos musicales.

Apenas unos segundos después, me mandó un mensaje.

Frnk_16: Hola, soy Frank. Te sentaste conmigo en el bus y en el comedor escolar.

¡Sí era él!

Yo: Holaaa, Frank. ¡Me encontraste aquí!

Frnk_16: No fue difícil. Al poner tu nombre, apareces en los primeros resultados.

Yo: Sí, entiendo, ja, ja. Debería cambiarme de nombre de usuario y ponerme uno como el tuyo.

Frnk_16: Sin duda, deberías hacerlo. Ja, ja. Oye, por cierto, discúlpame por haberte dejado de esa manera en el comedor escolar. No debí haberlo hecho. Me comporté como un maleducado. Quiero que sepas que lo siento mucho. En parte, te busqué aquí por eso.

Yo: No te preocupes. Quizá no debí haber dicho ciertas cosas.

Frnk_16: No, tú estuviste bien. Mejor olvidémoslo.

Yo: Pero ¿sí podremos seguir hablando? Yo quiero que seas mi amigo. ¿Aceptas?

Vio el mensaje, mas no lo contestó. ¿Sería capaz de dejarme en visto? Tomando en cuenta sus actitudes de hoy, no me extrañaría que lo hiciera. Ahora bien, en el fondo, esperaba que sí respondiera.

Un rato después, en vez de seguir esperando la respuesta de Frank, bajé a buscar algo de comer. Tenía hambre de nuevo. Mi mamá estaba en la sala, viendo una de sus series favoritas. Si soy sincera, nunca supe cómo se llamaba esa serie; solo sabía que era sobre un señor calvo que cocinaba metanfetamina.

—¿Hay algo de comer, mamá?

—Espera que termine este episodio de la serie y cocino algo.

—Por cierto —le dije, recordando el pequeño encontronazo que habíamos tenido a mediodía—. Lo siento mucho por haberte levantado la voz.

—No pasa nada. Sé que este cambio no ha sido fácil para ti. —Me habló sin despegar su mirada de la televisión—. ¿Te comiste el almuerzo que te dejé mientras estabas dormida?

—Sí, me levanté con mucha hambre, como la que tengo ahora mismo.

—Solo aguántame un poquito. El episodio está a nada de terminar.

—Está bien. Me avisas cuando la cena esté lista.

Miré que arriba del refrigerador había unas galletas. Las tomé con el fin de sustentar mi estomago hasta que la cena estuviera lista.

Al volver a mi habitación, tomé mi celular y miré que Frank, contra todo pronóstico, me había contestado.

Frnk_16: Está bien, podemos ser amigos.

Se me escapó una sonrisa ante su respuesta. 

Solo dime cuál ©Where stories live. Discover now