Capitulo veintidós - Intentaré convencerla.

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—asiento— creo que me siento triste e irritada la mayor parte del tiempo. Ella volvió a asentir y anotó en su libreta.

—¿Cómo está tu autoestima?

—Por las nubes —digo irónicamente, ella frunció el seño— en realidad mi autoestima está en el subsuelo, y si hubiera algo más abajo del subsuelo, estaría ahí.

—¿Entonces...?

—Entonces creo que me odio, es decir, mírame, soy un asco, soy gorda, tengo cicatrices en mis brazos, nadie querrá a alguien así.

—Alic —la interrumpo.

—No me venga con eso de "eres hermosa" por favor, no estoy para estupideces.

—¿Te cuesta dormir por las noches o duermes más de lo normal?

—Generalmente los días de semana me cuesta dormir por las noches, y los fines de semana también solo que en esos días duermo más de lo normal porque no tengo nada que hacer, creo que es normal. Ella vuelve a asentir.

—¿Te sientes inútil?

—Claro que si —respondo de inmediato.

—¿Cómo te va en el colegio?

—Bien —me encojo de hombros— sigo sacando dieces en la mayoría de las materias.

—o—

—¿Y cómo te fue? —dijo Travis mientras salíamos del consultorio.

—Bien —me encojo de hombros.

—¿Eso solo dirás? —preguntó mientras caminaba a la par.

—Le dije que me hice un test de depresión en Internet —él asintió— y comenzó a hacerme preguntas sobre como me sentía y luego dijo que debería venir dos veces por semanas, y eso es todo.

—Bueno Sophie, espero que cumplas, y yo te acompañaré en cada sesión.

—Que conste que lo hago por ti.

—Lo tienes que hacer por ti también.

—Travis, ya sabes cuales son mis deseos —murmuro y él me pasa el casco.

—Cállate quieres, te golpearé.

—Hazlo —le sonreí y él se acercó a mí, reí y él me besó. —Vaya manera de golpearme —solté una carcajada.

—se encogió de hombros— no golpearé a una chica.

—¿Y tu que sabes? Tal vez tengo una sorpresa entremedio.

—Lo único que tienes entremedio es el paraíso y yo tengo la llave justo aquí —se tocó su entrepierna y ambos soltamos unas estruendosas carcajadas. Subió a la moto.

—Eres un idiota —digo subiéndome a la moto, me aferré a su cintura y luego arrancó.

—Lo sé, aún así me amas.

—Te encantaría que lo haga —le digo.

—Tal vez —dijo.

Una sonrisa tiró de mis labios.

—o—

—Gracias Trav por traerme y acompañarme —le digo luego de sacarme el casco. Él asintió.

—¿Sigues enojada con Ashton? —preguntó.

—Tal vez un poco —me encojo de hombros.

—Tienen que hacer las pases.

—Me mintió y sabes que odio que me mientan.

—Habla con él.

—Está bien.

—Descansa —asiento y él pone en marcha la moto, sale de mi casa y yo entro.

—¿Dónde estuviste? —preguntó Anne, que se encontraba sentada en el sofá.

—En el psicólogo —digo dirigiéndome al a cocina. Abro la heladera y sacó agua, bebo de la botella y me doy vuelta, Anne se encontraba sentada sin quitar la mirada de mi. —¿Qué? —digo de mala manera.

—¿Por qué fuiste al psicólogo? ¿y por qué no me lo has dicho?

—¿Tal vez porque estuviste fuera de la casa una semana? —enarco mis cejas y ella no dijo nada. —Lo supuse.

—¿Y cómo te fue? —se estiró a coger la botella de agua que tenía yo anteriormente.

—¿De veras quieres saber? —ella asintió— no lo sé, normal, ¿supongo? Me hizo preguntas de rutina y me preguntó como estaba mi autoestima —me encojo de hombros restándole importancia.

—¿Fuiste sola? —niego con la cabeza.

—Fui con Travis, él insistió en que vaya, ya sabes, es una gran persona.

—Siempre está contigo —sonrió— no dejes que se vaya de tu vida.

—No dejaré que se vaya —le devuelvo la sonrisa— ¿ashton está, cierto? —ella asintió— subiré a verlo —salgo rápidamente de la cocina y subo las escaleras. Me paro frente a la habitación de Ashton y escucho que habla con alguien, pego mi oreja a la puerta para lograr entender un poco más.

—... está bien charlie, hablaré con ella.

—... no será fácil convencerla, pero lo intentaré.

—... está bien, dale saludos a papá de mi parte.

Golpeo la puerta y Ashton abre.

—¿Hacía rato estabas acá parada? —niego con la cabeza— pasa —paso a su habitación y me tiro en su cama— hagamos las pases dale, me cansé de estar enojada, además me saldrán arrugas y joder, no quiero —él sonrió y se sentó en los pies de la cama.

—Alice, ¿existe la posibilidad de que quieras ver a papá?

—No —digo.

—Una sola vez, él quiere verte, muere por verte.

—Que se muera entonces —le sonrío.

—Alice.

—Alice nada, no iré a verlo y esta discusión se termina acá —me levanto de la cama y salgo de su habitación. Entro a la mía y cierro la puerta.

A punto de caerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora