En algún lugar en la Toscana, se cruzan dos personas - una extraviada y otra que aprovecha un mes de libertad. Sin responsabilidades. Sin expectativas. Sin juicios. Sólo ellos y el campo.
¿Será ésta la escapada que tanto anhelan o un desastre a pun...
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No sé por qué pensé que si íbamos al lago de Como significaría que nos mantendríamos alejados de cualquier fiesta en un futuro próximo.
No. Definitivamente estaba equivocada.
Combinando las personalidades de Daniel, Pierre y Milo, era inevitable que me encontrara dentro de un bar un miércoles por la noche. Como eran las vacaciones de verano, no éramos los únicos que aprovechaban al máximo las vacaciones. Llevaba un vestido verde pálido que terminaba justo debajo de mis muslos, con correas finas colgando de mis hombros. La parte superior tenía un recorte que mostraba mis abdominales y la parte inferior era más suelta.
Era nuestra anteúltima noche antes de que nos dirigiésemos a la Toscana. En los últimos días, hemos aprovechado todas las oportunidades que pudimos para hacer tantas actividades como fuera posible. Alquilamos algunas motos de agua y tablas de remo, la mayoría de las cuales resultaron en fotos muy divertidas de nosotros cayendo al agua. También aprovechamos el tiempo libre de nuestras agitadas vidas, durmiendo hasta las diez de la mañana y solo comenzando el día después del brunch.
—¡Cariño! —Milo me llamó, sin darme la oportunidad de hablar mientras me agarraba de la mano y me tiraba a la pista de baile—. No puedo creer que cumplas veinticinco años en unas horas —dijo con asombro cuando nos detuvimos cerca de Ace y Yuki, que estaban haciendo algunos movimientos de baile muy extraños. Milo dijo eso como si él no tuviese veintitrés años ahora mismo y cumpliese veinticuatro años en noviembre pero, como dijo, mi cumpleaños estaba a punto de comenzar en dos horas.
—¿Qué tan borracho estás? —me reí y Milo extendió los brazos, con la cabeza inclinada hacia atrás. Casi golpea a una camarera que caminaba con una bandeja de bebidas, pero ella se las arregló para esquivar su muñeca.
—Tienes que estar igual de borracha que yo —dijo y agarró la botella de tequila que Daniel sostenía cerca, llevándola a mi cara. Arrugué la cara con asco por el olor y la empujé hacia atrás, Milo frunciendo el ceño—. Vamos, cariño —Milo gimió y bebió directamente de la botella, dándome una sonrisa después.
—No quiero empezar mi cumpleaños con resaca mañana.
—Buen punto —estuvo de acuerdo. Sus ojos se movieron hacia algo detrás de mí y, una vez más, Milo me agarró de la muñeca antes de arrastrarme por todo el club—. Sé de una bebida que te gustará —lo observé con curiosidad y miré por encima de su hombro para verlo dirigiéndose hacia Charles, Pierre y Navi. Aurora, Leo, Heidi y Elliana estaban junto a la mesa bebiendo chupitos, descansando los pies ya que acababan de regresar de la pista de baile.
—Bueno, hola —Navi nos sonrió mientras me envolvía un brazo alrededor del hombro.
—Sálvame. Milo me ha estado presionando para que me emborrache con tequila —le dije, pero mi voz no fue lo suficientemente baja como para que Milo no escuchase.
—Cariño, por eso estamos aquí —sonrió y no me gustó ni un poco esa mirada en su cara—. Creo que Charles sostiene una botella de vodka y, por lo que recuerdo, el vodka no te da resaca.
