En algún lugar en la Toscana, se cruzan dos personas - una extraviada y otra que aprovecha un mes de libertad. Sin responsabilidades. Sin expectativas. Sin juicios. Sólo ellos y el campo.
¿Será ésta la escapada que tanto anhelan o un desastre a pun...
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Vi el Gran Premio de Arabia Saudita con el ceño fruncido.
Milo también estaba a mi lado con una expresión similar, pero la suya era más grave. Charles solo logró el segundo lugar debido a un problema de parada en boxes que le costó la pole position, mientras que Carlos obtuvo el tercer lugar. Ace terminó en cuarto lugar, que todavía estaba dentro de una cantidad razonable de puntos, pero no lo suficiente para el podio. Verstappen ganó la carrera y habría aplaudido por él si no fuera el favoritismo obvio que tuvo la FIA durante uno de los incidentes. Tampoco ayudó que fuera entre él y Ace, lo que solo empeoró el estado de ánimo de Milo.
Estaban solo una hora por delante de nosotros y, afortunadamente, no teníamos un día lleno de cosas para hacer. Sintiéndonos deprimidos por la carrera, los tres decidimos salir a buscar algo de comida para cenar. El estado de ánimo de Milo se iluminó un poco cuando se publicó en Internet un vídeo de Verstappen tropezando de camino al garaje de Red Bull. Le agité la cabeza, riéndome de cómo se burlaba de todos los memes que aparecían en Twitter.
Volví al hotel para retirarme por la noche y me sorprendió la llamada perdida de Charles. No pude usar tanto mi teléfono durante la cena porque Elliana contaba una historia tras otra. Tampoco ayudó que unos cuantos paparazzis nos estuvieran esperando junto a la entrada del hotel.
Después de ponerme ropa más cómoda, llamé a Charles y él respondió en tres pitidos.
—Oye —Saludó e inmediatamente supe que algo andaba mal. Hice clic en el botón de videollamada y apareció su cara, él en la misma posición que yo, pero todavía llevaba la camisa roja de Ferrari que tenía puesta para las entrevistas.
—¿Qué pasa? —Pregunté, acostada y tirando de las sabanas hasta mi barbilla.
—¿Qué pasa con qué?
—Leclerc, algo anda mal.
Suspiró antes de moverse en su cama para sentarse contra la cabecera. Charles se quitó el pañuelo que llevaba puesto y se agitó el pelo.
—Estoy enojado.
—¿Debido a la parada en boxes? —Su silencio fue la respuesta—. ¿Qué dijo el equipo durante tu informe?
—Dijeron que fue un error del mensaje transmitido por nuestros estrategas. Recibieron un reto de Mattia, lo sé, muy inusual —Añadió cuando vio mis cejas ampliarse por sorpresa. Por lo que me había dicho, Mattia siempre ha sido un director de equipo tranquilo, a diferencia de cómo se suele ver a Toto Wolff o Christian Horner—. Dije unas palabras, pero no mucho porque tenía miedo de decir algo que no debería. Mierda. Esa parada nos costó siete puntos. Es bueno que haya podido dar la vuelta más rápida.
Le dejé despotricar sus sentimientos, que pueden o no haber implicado más palabras de maldición de las que suele usar. Cuando terminó, se podía ver el alivio de liberar todo mientras se inclinaba hacia atrás y cerraba los ojos.
